En el año de 1592, Fray Andrés de León, benemérito misionero franciscano, colocó una imagen de la Virgen Santísima en el hueco de un roble, para protegerla de las incursiones de los indígenas nómadas y salvajes. Efectivamente, el mencionado religioso, en compañía de los RR. PP. Fray Diego de Arcaya y Fray Antonio de Salduendo, salió el año citado de Saltillo, recién fundado, para evangelizar una numerosa e importante tribu, que habitaba en las faldas del Cerro de la Silla. Se sabe que todos los miembros de la tribu, capitaneados por su cacique y jefes subalternos, recibieron con benevolencia y respeto a los venerables misioneros, al grado de que, a propuestas de Fray Andrés de León, consintieron en cambiar su morada hacia la llanura que se extiende al norte de la ciudad de Monterrey.