sábado, 8 de diciembre de 2012

Sevilla y la Mater Inmaculata


Sevilla, ciudad pionera en tantas cosas, también fue pionera  en la defensa "hasta la muerte", dentro del ámbito cofradiero,  de la piadosa idea de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, incluso en el siglo XVII celebraba la fiesta de manera espontánea y popular.


Procesión de Corpus Christi de Sevilla
(Fotografía: Andalucía Turismo Digital)



Sería pues la Hermandad del Silencio de Sevilla, Madre y Maestra, la que el 29 de Septiembre de 1615, por primera vez en el mundo proclama el juramento de defensa "hasta la muerte" del Misterio de la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María, siendo Hermano Mayor D. Tomás Pérez.


Hermandad del Silencio de Sevilla

Las Reglas del Silencio contemplan que la espada y el cirio votivo flanquéen la Bandera Blanca que fue creada por el Voto de sangre hecho por la Archicofradía, como ya hemos indicado, el 29 de septiembre de 1615 en defensa del misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y que cada Madrugá lleva a las calles de Sevilla en las iniciales celestes de la frase «Quis sicut Maria Mater Dei absquelabe concepta?».

Inmaculada de D. Juan Martínez Montañés

Como bien sabemos, la defensa de la Inmaculada Concepción de la Santísima Madre de Dios, se definió finalmente como dogma de fe el 8 de diciembre de 1854 por el papa Pio IX (1792-1878), en la Epístola Apostólica "Ineffabilis Deus".  Pero la relación de España con el tema de la Inmaculada Concepción viene de lejos, ya en época visigoda, en el XI Concilio de Toledo, el rey Wamba,  era titulado «Defensor de la Purísima Concepción de María», abriendo una línea de fieles devotos entre los reyes hispanos.

Monumento a la Inmaculada Concepción.
Plaza del Triunfo de Sevilla
(Fotografía: Arte Sacro)
 

Sin lugar a dudas, Sevilla gira en torno a la Concepción Inmaculada de María, y para ello sólo tenemos que dar un paseo por tan bella ciudad para comprobarlo. La temática de la Inmaculada Concepción aparece en cerámicas, monumentos, escultura en piedra y un largo etcétera, confirmando así a Sevilla como ciudad mariana y defensora de este dogma, por lo tanto, una de las glorias de la vieja Hispalis es su sentimiento inmaculista, del que dicen los poetas que "Sevilla proclamaba mientras aún Roma lo callaba".




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