sábado, 25 de mayo de 2013

Prensa: Viejas y nuevas cofradías.


Caminar, edificar y confesar a Cristo

24.03.2013


Alberto Reigada Párroco de San Francisco Javier de la Tenderina 

Ya estamos en Semana Santa. Vamos a celebrar el mayor acontecimiento de amor de la historia. Cristo padece muerte, y muerte de cruz, por amor a todos los hombres. Con su muerte nos redime de nuestros pecados y con su resurrección nos abre la esperanza de una vida plena.


Para celebrar estos días estuvimos preparándonos durante la Cuaresma. Ahora toca salir a la calle para mostrar nuestra fe, expresar nuestro fervor y perpetuar la religiosidad de nuestro pueblo cristiano.

Las cofradías, que durante todo el año tienen múltiples tareas de culto, formación y caridad, en estos días están especialmente atareadas en sacar sus pasos. Cada cofradía lo hará a su estilo: unos a hombros, otros sobre ruedas y otros a costal. La forma es lo de menos. Cada una tiene sus propias especialidades. Sería infantil y absurda una discusión por las formas o una crítica desautorizadora del que no procesiona como lo hace mi cofradía. Unos acompañarán sus pasos en silencio y otros con música, unos de una forma y otros de otra, todos son cofrades y todos, con formas diversas, honran y veneran al mismo Señor. Todo lo que se haga por confraternizar con otras hermandades redundará en una auténtica comunión eclesial.

Las cofradías, las que llevan siglos de fundación o las que se han creado en el siglo XXI, viejas o nuevas, son asociaciones públicas de fieles que pretenden promover el culto, practicar la caridad y colaborar en la evangelización. La cofradía no busca tanto el hacer cosas, sino que es un medio para vivir como cristianos, y testimoniar nuestra condición de creyentes en el mundo. La diversidad de cofradías, con sus titulares y formas diversas, permite una plural elección.

La Cofradía de los Estudiantes, una cofradía para el siglo XXI, nació con nuevas formas de procesionar y tiene entre sus objetivos la integración de jóvenes estudiantes, en vinculación con la Universidad de Oviedo, que les adhiera a la vida de la Iglesia y les comprometa en la dimensión social que debe tener la fe.

Sean del siglo XVII o del XXI, todas las cofradías deben cumplir sus objetivos fundacionales, que se enmarcan siempre en una finalidad religiosa y caritativa. Tanto las más antiguas como las más modernas, todas deben asumir una vida cristiana llena de autenticidad. Con formas externas diversas de cada una de ellas, sin embargo todas deben coincidir en la comunión eclesial y en su misión en el mundo.

Cada cofradía tiene su propio estilo, sus señas identificadoras, sus preciados títulos, que no son tanto los que aparecen en los epígrafes con los que se nombra la cofradía cuanto la forma como viven y actúan los hermanos que componen esa hermandad. Hoy la Iglesia necesita testigos valientes para la nueva evangelización.

Que cuando se quiten los anónimos capirotes de procesionar emprendamos la procesión de la vida para testimoniar con la vida y en el mundo nuestra condición de creyentes.

Si las cofradías se reducen a las procesiones se hacen evasivas e irreales. Para no quedar sólo en esas expresiones externas, las cofradías deben llenarse de la gracia de los sacramentos, vivir el compromiso solidario en el ejercicio de la caridad con los más pobres y nutrirse con una sólida formación para estar siempre prontos a dar razón de nuestra esperanza. La armónica realización de estos tres fines indican la plenitud de su eclesialidad.

La Semana Santa es un tiempo de gracia para los cofrades y para todos. Nuestras procesiones son una catequesis pública que debemos cuidar y vivir con sentido religioso.

Es necesario que las cofradías cumplamos lo que el Papa Francisco nos pidió en sus primeras palabras: «Caminar con Cristo, edificar con Cristo y confesar a Cristo».


Diario "LA NUEVA ESPAÑA":
http://www.lne.es/oviedo/2013/03/24/viejas-nuevas-cofradias/1387127.html




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