El sobrio, pero a la vez soberbio trono del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de Jaén fue realizado por D. José Miguel Tirao Carpio en sus talleres de la localidad de Torredonjimeno (Jaén). La imagen que tallara D. Jacinto Higueras en 1927 procesionó por primera vez en este trono en la Semana Santa del 2002, y pertenece a la Real Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Cristo Descendido de la Santa Cruz y Nuestra Señora de las Angustias. El diseño del mismo está inspirando en la arquitectura y en los motivos ornamentales de la Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen de Jaén, una de las obras más importantes del renacimiento en España.
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| El Cristo de la Buena Muerte sobre su trono en el interior de la Catedral de Jaén (Fotografía: Hermandad de la Buena Muerte) |
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| Vista superior del trono realizado por D. José Miguel Tirao Carpio (Fotografía: Semana Santa en Andalucía) |
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| El Stmo. Cristo de la Buena Muerte sobre su trono (Fotografía: Hermandad de la Buena Muerte) |
Los cuatro evangelistas de las esquinas son obra de D. José Dueñas, mientras que los cuatro relicarios de plata fueron elaboradas por los Talleres de Arte Moreno de Granada, que custodian las reliquias de San Pedro Poveda, San Josemaría Escrivá de Balaguer y las del Beato Manuel López Garrido.
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| Frontal del trono del Stmo. Cristo de la Buena Muerte (Fotografía: Hermandad de la Buena Muerte) |
En las capillas perimetrales del trono hay cuatro tablas pictórica que representan a La Santísima Trinidad, La Ascensión, La Asunción y la Eucaristía y que fueron realizadas por el pintor D. Francisco Huete, quién además es hermano de esta cofradía de la capital del Santo Reino.
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| Imagen lateral del paso (Fotografía: Hermandad de la Buena Muerte) |
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| El Santísimo Cristo de la Buena Muerte por las calles de la capital del Santo Reino (Fotografía: Hermandad de la Buena Muerte) |
Esta hermandad nace en 1926 fruto de la transformación de una antigua cofradía de Gloria, la del Señor de la Buena Muerte, que desde mediados del S. XVIII radicaba en el convento de La Merced, y veneraba una imagen que representaba el momento en el que, tras la flagelación Jesús recoge sus vestiduras, obra que se había traído desde Granada en 1726 y atribuida a José de Mora, por la familia Mírez. Esta cofradía gozaba de Altar privilegiado de difuntos, por lo que se le consideraba "Abogado de la Buena Muerte".
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