26-12-2013
Hoy vamos a hablar de la Semana Santa. Quizá no les parezca época adecuada, pero no se preocupen, que Navidad tenemos a raudales. Y afortunadamente, porque es una época bonita, una pequeña luz en este invierno eterno que llevamos viviendo cuatro años.
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| Los Costaleros de Oviedo en la Plaza del Ayuntamiento (Fotografía: José Luis Montamarta) |
Ya les adelanto que nunca he sido yo muy aficionado a la Pasión y la Pascua. Vamos, que no me encontrarán haciendo turismo a esa Castilla y León tan aficionada a las procesiones. Otra cosa es que nos las respete, que mucho, ya se lo digo, e incluso que las admire, por cuanto expondré con posterioridad.
En mis tiempos de cargo público municipal ya me tocaron algunas procesiones, que a veces disfruté y a veces padecí, dependiendo solamente del tiempo y de su duración. En ocasiones, aderezadas con hermosos cánticos y en otras, no tan afortunadas, por saetas de esas que siempre pensé que alejaban a los niños de la Iglesia, porque no creo que quieran ir a un lugar donde un señor canta porque está muy triste, como oí a una cría de no más de cinco años, en cierta ocasión, en la Plaza de la Catedral.
Y digo todo esto porque en estas líneas van a encontrar una loa sincera a una de las Cofradías que protagonizan la Semana Santa de nuestra capital, Los Estudiantes. Que no se me cele nadie, que las otras no las he visto, y yo cuento lo que me pasa, no tengo por costumbre inventar nada, ni para gloria ni para escarnio de nadie.
El pasado sábado, tras una agitada tarde de compras navideñas (ya saben ustedes que todo lo trae Papá Noel o los Reyes Magos, pero los adultos compramos por puro vicio) me dirigía a mi casa cuando presencié gran expectación en la calle Magdalena. La expectación es habitual, porque hay un Mercadona, el único negocio que no conoce de crisis, pero en esta ocasión era de otro tipo.
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| Los Costaleros de Oviedo durante uno de sus ensayos del 2012 (Fotografía: Antonio Idalgo) |
Al fondo de la calle, casi ya en el Campillín, la cofradía de Los Estudiantes ensayaba el paso. Unos 20 caballeros, ataviados de protecciones para su cabeza y hombros, cargaban con una peana de madera a paso acompasado. Organizaban su transcurrir rítmico mientras una persona les escoltaba en cada esquina. Desde el frente, con disciplina marcial, pero con la educación que suele faltarle a aquella, un joven les dirigía. Ordenaba pequeños pasos a derecha e izquierda, o el avance o retroceso para organizar a los esforzados hombres que avanzaban por la calle Magdalena, bajo el frío de las 8 de la tarde.
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| Ensayo de los Costaleros de Oviedo en la puerta de la Universidad (Fotografía: Twitter Hermandad de Los Estudiantes de Oviedo) |
El sentimiento se vivía. Uno de ellos hizo un comentario que a otro le resultó jocoso y un tercero les reprimió. “Con sentido, coño, que no estamos de fiesta“. Tardaron no menos de media hora en llegar a la Plaza del Ayuntamiento, pero no parecían albergar premura de ningún tipo. Hacer las cosas rápido y hacerlas bien nunca fueron lo mismo.
Mientras los demás pensamos en Navidad, en cenas y regalos, estos señores ya están preparando la Pasión de Cristo. Ya les digo, no me encontrarán entre ellos nunca, porque mi apego a la fe católica no llega hasta ese punto, y creo que no llegará jamás. Pero tienen mi pleno reconocimiento. Su cadencioso caminar, su respetuoso silencio, su solidaridad con el de al lado, me parecieron un ejemplo en tiempos de individualidad y egocentrismo.
Supongo que todas las Cofradías serán iguales, pero esta he visto y esta les cuento. Si todos asumiéramos como realidad vital la de la tranquilidad y la solidariad, otro gallo nos cantaría.
Pero creo que no podemos. Somos españoles, y tenemos una secular tradición cainita que nos precede. Si algún día conseguimos cambiarla, estoy dispuesto a poner mis hombros bajo la peana. Será el día en que me convenza que la fe en algo todo lo puede.
http://blog.elcomercio.es/ivandesantiago/2013/12/26/los-estudiantes/
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