sábado, 21 de marzo de 2015

Prensa: Mundanidad Espiritual


Alberto Reigada, párroco de San Francisco Javier de la Tenderina, uno de los templos más activos de la ciudad durante la Semana Santa, hace una reflexión sobre las tensiones que se han producido entre las distintas cofradías y hermandades del municipio y que llevó, en un principio, a cancelar el pregón que desde hace décadas abría el inicio de los actos religiosos

Mundanidad espiritual

Sobre el "elitismo narcisita" de algunos grupos de católicos

Sábado 21 de Marzo de 2015



Una de las tentaciones, que destaca el Papa Francisco en Evangelii Gaudium, es la mundanidad espiritual. Definiéndola como “buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal” (EG 93) y advierte en este mismo número, citando a H. de Lubac, que si ésta invadiera la Iglesia “sería infinitamente mas desastrosa que cualquier otra mundanidad simplemente moral”.

Afirma que esta mundanidad se alimenta en la fascinación del gnosticismo, en una fe encerrada en el subjetivismo y otra fuente de alimentación es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico, en donde se sienten seguros por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Una supuesta seguridad que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, que en lugar de facilitar el acceso a la gracia, se gastan las energías en controlara los otros.

Para discernir estas actitudes es necesario descubrir como se manifiesta: en algunos lo hace en un cuidado ostentoso de la liturgia y ritos, en donde la Iglesia se convierte en una pieza de museo. En otros es la vanagloria de realizaciones autorreferenciales. También, dice el Papa, puede estar detrás de una intensa vida social. O bien en un funcionalismo empresarial haciendo de la Iglesia la rigidez de unas estadísticas o planificaciones sin Espíritu.


Quienes caemos en esta mundanidad miramos de arriba abajo, en superioridad descalificadora de aquellos que nos cuestionen o pongan cualquier observación a nuestra forma de actuar. Y así destacamos los errores ajenos y alimentamos chismes que deterioran la fama y el prestigio de nuestros hermanos, cayendo en calumnias y difamaciones, porque no buscamos la verdad sino nuestra opinión como única verdad.

Caer en esta tentación lleva a muchas guerras entre unos cristianos con otros cristianos, de un grupo contra otro grupo. Más que pertenecer a una Iglesia Católica, pertenecen a tal o cual grupo que se siente especial o diferente. Y así surgen las envidias ante los logros alcanzados por aquellos que no son de mi grupo.

Al Papa le duele comprobar como en el interior de la Iglesia también hay divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de lo que sea y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. Y así ¿a quien vamos a evangelizar?

Francisco nos dice que es cierto que todos tenemos simpatías y antipatías, incluso podemos estar enojados con alguien, pues entonces rezad por él ya que tenemos que dar el primer paso de amor. Solo así podremos dar un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente y que haga decir al mundo de hoy “mirad como se aman”.


Diario La Nueva España



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