domingo, 12 de junio de 2016

Prensa: Málaga acompaña a la Soledad de Mena

Multitudinario regreso de la Virgen hasta Santo Domingo en una noche triunfal



ÁNGEL ESCALERA| MÁLAGA - 12 junio 2016

Calor de emociones a flor de piel en una primavera que le está haciendo la competencia al inminente verano. La ebullición de los sentimientos por la alegría de los cofrades al ponerse en marcha el trono, desde la casa hermandad de la Cofradía del Sepulcro (a las 20.33 horas), sobre el que iba Nuestra Señora de la Soledad de Mena Coronada, se produjo en un marco singular de la Málaga de hoy, arropada por vestigios destacados de antaño, en una calle Alcazabilla que es crisol de culturas y alberga monumentos como la Alcazaba y el Teatro Romano, que son parte indisoluble de la ciudad, que ayer vivió el regreso triunfal de la Soledad de Mena, acompañada por miles de personas camino de la parroquia de Santo Domingo, en el barrio del Perchel.



El cortejo salió desde la iglesia de San Agustín a las 19.40 horas. Los guiones de las cofradías rindieron honores al pasar delante de la Virgen, excepto el de la Archicofradía de la Esperanza, que no lo hizo, tal vez al no darse cuenta de que debía hacerlo. Se lanzaron unas aleluyas desde los balcones del edificio cofrade. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y su mujer, Rosa Francia, vieron la salida desde la casa hermandad del Sepulcro.

Los primeros toques para sacar el trono los dio el hermano mayor de Mena, Antonio Jesús González. El primer teniente hermano mayor, Antonio de la Morena, profirió tres vivas a la Soledad Coronada, que fueron seguidos por los portadores. Desde la casa hermandad de Estudiantes, situada pared con pared con la del Sepulcro, el coro de la Paz y la banda de música de la Expiración interpretaron la ‘Salve’ y, seguidamente, el ‘Gaudeamus’, mientras tocaba la campana del trono el almirante jefe de la flota, Francisco Javier Franco. A continuación, tocó el presidente de la Diputación, Elías Bendodo. En la calle Císter lo hizo el hermano mayor del Sepulcro, Emilio Betés, y cayó una petalada.

El 11 de junio de 2016 forma ya parte del libro de oro de la Congregación de Mena. La coronación de una de las Dolorosas más características del mundo cofrade malagueño supuso la recompensa al intenso y fructífero trabajo llevado a cabo en los años previos a tan magno acto.

El cortejo lo abrió la cruz guía, flanqueada por dos faroles. A continuación, fue la banda de cornetas y tambores de la Cofradía del Cautivo. Tras ella, las hermandades de gloria y de pasión, con sus respectivos guiones corporativos, así como las hermandades de gloria y de pasión coronadas, seguidas por un centenar de miembros de la Armada, entre oficiales, suboficiales, guardiamarinas y marineros de los buques ‘Patiño’ y ‘Cazadora’. En esa parte de la procesión fueron también el segundo comandante naval de la ciudad, Pedro Leiva, y 330 hermanos con velas y el estandarte de coronación, acompañado por cuatro bastones pontificios. El estandarte, donado por un congregante, es obra del bordador malagueño Joaquín Salcedo y el diseño lo efectuó Curro Claros. La imaginería corresponde a la escultora Encarnación Hurtado y la orfebrería salió del taller de Montenegro.


Agrupaciones cofrades

Una nutrida presidencia participó en el cortejo. Entre otros, formaron parte de ella el general de la brigada de La Legión, Juan Jesús Martín; cuatro coroneles en representación de los cuatro Tercios legionarios; los presidentes de las Agrupaciones de Cofradías de Málaga, Sevilla, Córdoba, Granada, Jerez y Huelva y el presidente de la Agrupación de Hermandades de Gloria de Málaga; el vicealmirante de Acción Naval, Manuel Garat; el vicealmirante de la jefatura del Arsenal de Cádiz, Santiago Ramón González, y el comandante naval de Málaga, Javier Pérez de Rubalcaba.

Seguidamente, fueron los citados Antonio Jesús González y Francisco Javier Franco; la representante de las Hermanas de la Cruz, María del Pilar Lanzac, y los ex hermanos mayores de Mena Álvaro Mendiola y Francisco Fernández Verni.

La presidencia religiosa la conformaron el vicario general de la diócesis de Málaga, José Ferrary; el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Antonio Coronado; el director espiritual de Mena, Juan Manuel Parra, y fray Ricardo de Córdoba, entre otros sacerdotes. Tras los religiosos, los acólitos y las dalmáticas precedieron al trono de la Soledad, que fue llevado 254 hombres en cada uno de los dos turnos que se fijaron. El cambio de portadores, que vistieron túnica negra y cíngulo blanco, se llevó a cabo en la calle Carretería, a la altura de la plaza de las Biedmas.

El trono fue adornado con calas y fresias blancas en las ánforas y en los frisos y rosas y lilas blancas. Cabe citar que se estrenó el sobrepalio, cuya pintura ornamental es una obra realizada por Pablo González. La Virgen fue muy bien llevada, a paso lento, recreándose en el andar, en ambos turnos. Los portadores se esmeraron.

Muchas de las calles por donde pasó el trono de la Soledad se adornaron para un acontecimiento tan especial. Hubo altares en honor de la imagen coronada, gallardetes, banderolas, reposteros y mantones engalanando edificios y balcones. Se cantaron saetas, se dijeron vivas, se aplaudió, se lanzaron diversas petaladas y se vivieron momentos irrepetibles para la Congregación de Mena. «Esto es algo único, sublime», afirmó Antonio Jesús González, que expresó con esas palabras los sentimientos y pensamientos de los congregantes en una jornada memorable.

Igual que se programaron dos turnos para los hombres de trono, también lo hubo para los mayordomos, a los que se les regaló un martillo con su nombre. En el primero el honor de tocar la campana recayó en Antonio de la Morena, Manuel García López, Pablo Krauel, Ramón Gómez Díaz y José Lorente Rueda. En el segundo, repitieron De la Morena y Lorente y se incorporaron Agustín Sibajas, Francisco Rivero y Ramón Gómez Ravassa. El acompañamiento musical de la Virgen de la Soledad correspondió a la banda de música de Nuestra Señora de la Oliva de Salteras (Sevilla), que salió por primera vez detrás de la Dolorosa de Mena.

Momentos para recordar

La procesión fue una continua sucesión de momentos para conservar en la memoria. Detallarlos todos excede a las posibilidades de esta crónica, pero sí hay que mencionar que todos y cada uno engrandecieron aún más el retorno de la Soledad a su templo. Así, por ejemplo, desde el balcón del Palacio de los Gálvez, frente al Patio de los Naranjos, Rufino Rivas cantó una sentida una saeta, mientras que en la calle Strachan, en la puerta de Lo Güeno, la Cofradía del Rocío recibió a la Soledad, se cantó una saeta desde un balcón y se lanzó una petalada. Minutos antes, el obispo de Málaga, Jesús Catalá, vio a la Virgen desde un balcón del Palacio Episcopal.

Las hermandades abandonaron el cortejo en la plaza de la Constitución. La emoción fue avanzando a medida que la noche se adueñaba de la ciudad. Distintas cofradías saludaron a la Virgen y engalanaron fachadas. Muy emotivo fue el paso del trono junto al altar montado por la Hermandad de Viñeros, en la calle Andrés Pérez, presidido por la Virgen del Traspaso y Soledad. Otro instante para el recuerdo fue ver a la titular de Mena junto al altar instalado por la Sagrada Cena, en su casa hermandad, en el que estaba la Soledad de Ávalos, que fue procesionada por la congregación en los años setenta del siglo XX.

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