domingo, 29 de julio de 2018

Fue noticia: Silencio rasgado

De cómo cinco marineros malagueños, con una saeta, alteraron la procesión de Viernes Santo de 1938

GIJÓN. J. M. CEINOS - Domingo, 04 de abril de 2010

El malagueño Antonio Ortega Mata tiene 91 años, y desde hace 72 tiene muy guardada en su memoria una anécdota que le ocurrió en Gijón en la Semana Santa de 1938, cuando con otros cuatro malagueños, todos ellos marineros de la Armada nacional en plena Guerra Civil, rasgaron el silencio de la procesión de Viernes Santo con una saeta, un hecho insólito en tierras norteñas, pero natural en las manifestaciones religiosas del sur de España. 


Cartel anunciador de la Semana Santa de Gijón del año 1944.

Es la saeta, dicen los expertos, «en principio una oración sin melodía» que «se ha convertido en uno de los cantes andaluces más bellos y sensibles» (Andrés Bernal Montesinos), y «las letras que conocemos evocan a un momento de la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, del dolor de la Virgen (...) Hay otras que son puros y simples piropos a la Virgen o al Señor». 


La procesión del Santo Entierro se celebró el viernes 15 de abril y, al día siguiente, la contó el periódico local «Voluntad», fundado a finales del año anterior (1937) sobre las cenizas de «El Noroeste» como «diario de Falange Española Tradicionalista y de las JONS», de la siguiente manera: «Desde bien temprano comenzaron a afluir a las calles por donde había de desfilar la comitiva una cantidad de público verdaderamente enorme. De modo especial las inmediaciones de la iglesia de San Pedro, de donde había de salir la procesión, estaban abarrotadas». 

No estuvo muy fino el periodista de «Voluntad» encargado de contar la procesión, al menos en lo relativo a los marineros malagueños. ¿Tocó de oído? No lo sabemos. Lo cierto es que escribió que «cuando la imagen de la Dolorosa pasaba frente al local de Falange, desde los balcones de la misma unos soldados heridos cantaron sentidísimas saetas, que fueron escuchadas en medio de imponente silencio. Fue un momento de verdadera emoción». 


Antonio Ortega Mata, con el uniforme de la Armada.


Desde Málaga, Antonio Ortega Mata, al teléfono, rememora lo sucedido como si hubiera sido ayer: «Los cinco marineros de escolta del mercante "María R", de la Sociedad Anónima Cros, que venía de Galicia, desembarcamos en el puerto de Gijón y como era Viernes Santo nos fuimos a la procesión». 

En un lugar de la villa que no recuerda por su nombre, «había allí un jardincillo», vimos la procesión, y al pasar la imagen de la Virgen, nuestro cabo, que se llamaba Luis Gea, un gran cantaor de flamenco, se arrancó con una saeta». 

Recuerda Antonio Ortega que «la gente se ofendió y comenzó a sisear para que se callara». Pero el cabo de la Armada Luis Gea terminó su saeta y «nosotros aplaudimos; al final la gente nos quería tirar al agua». 

La cosa no pasó a mayores y los cinco marineros pudieron volver a su buque, que se dedicaba al transporte de abonos «y también íbamos a las Canarias a por plátanos», cuenta Antonio Ortega, que se alistó de voluntario en la Armada. Tras acabar la Guerra Civil, estudió Farmacia y durante décadas ejerció en su Málaga natal, en un establecimiento que ahora regenta su hijo, Antonio Ortega Arteaga. 

El farmacéutico jubilado es el último superviviente de los cinco marineros que protagonizaron el episodio de la saeta en la procesión de Viernes Santo de Gijón de 1938. Otro, apellidado Ferrer, «falleció poco después en el frente, como voluntario de la Cruz Roja, al tratar de socorrer a un herido. Y el que cantó la saeta estudió también la carrera de Farmacia en Granada y se instaló en un pueblo de Málaga», afirma Antonio Ortega Mata. 

A los seis meses de la entrada de las tropas nacionales en Gijón, el órgano periodístico de la Falange, «Voluntad», informaba a los gijoneses, por ejemplo en su número del día 10 de abril (Domingo de Ramos y arranque de la Semana Santa), de asuntos tales como que «al producirse la liberación de esta plaza por las Tropas del Glorioso Ejército Nacional y dar comienzo de nuevo esta Subdelegación de Hacienda a su funcionamiento, se halló con una gran masa de valores procedentes del periodo de dominación marxista, que por unas u otras causas no habían sido satisfechos por los contribuyentes (...) En su consecuencia, esta Subdelegación de Hacienda llama la atención de todos los contribuyentes morosos para que se apresuren a satisfacer sus débitos...». 

También daba importancia (dos columnas de las cinco que tenía el diario), a informaciones tales como: «Reposición del Crucifijo en las escuelas de Somió y La Guía (...) El miércoles, día 6 del corriente, se celebró en estas aldeas la conmovedora fiesta de la Reposición del Crucifijo». 

En páginas más interiores, «Voluntad» daba los nombres de quienes habían sido procesados en «Consejos de Guerra Sumarísimos» ante «el Tribunal Militar correspondiente» el día anterior, y también de los «señalamientos para mañana». 

Pero noticia importante era aquel día que «bajo la presidencia del Gobernador Civil de la provincia, se ha constituido, en la tarde de ayer, el nuevo Ayuntamiento de Gijón». La Corporación estaba presidida por Paulino Vigón y con ella se disolvía la llamada Comisión Gestora que había llevado las riendas municipales desde medio año antes. 

Y el 14 de abril «Voluntad» publicó un número extraordinario «dedicado a la festividad de Semana Santa» de 20 páginas y al precio de 25 céntimos. En el especial, en el apartado dedicado a las imágenes de la Semana Santa Gijonesa, se explica de la Dolorosa: «De admirable pudiéramos calificar esta imagen. Porque de tal modo supo el insigne artista don Francisco Elías esculpir esta talla, que sólo un genio creador y diestro en el manejo de la gubia y el cincel podía dar cima a una obra tan portentosa. Muy poco o nada podía diferir esta bellísima escultura junto a otras famosas del Sur o de Levante...». 

Pero la talla de la Dolorosa de Francisco Elías no salió en procesión, dado que había sido destruida, junto con el edificio de la iglesia parroquial Mayor de San Pedro Apóstol, el 24 de agosto de 1936, como cuenta Estanislao K. Lloréns Menéndez en su libro titulado «Desde la Colegiata paso a paso. 1938-1975». 

Por ello, la procesión de Viernes Santo de la Semana Santa de Gijón de 1938 se hizo con imágenes prestadas por León. Luis Pastrana, que fue cronista oficial de la capital leonesa (falleció en el año 2003), lo dejó escrito: «Se hacen las gestiones precisas. No hay inconveniente. El lunes 11 de abril de 1938 una comisión asturiana compuesta por el teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Gijón, Manuel García Rodríguez; el secretario municipal, el leonés Fernando Díez Blanco, y el coadjutor de la parroquia de San Pedro, Dámaso del Río Cueto, se presentan en León para llevarse los pasos de Minerva y Veracruz a fin de hacer allí una procesión del Entierro. Y para allá fueron las imágenes de la Piedad, la Urna y la Soledad transportadas ¡en ambulancia!». 

Por ello, el cabo de la Armada Luis Gea entonó su saeta al paso de la imagen de la Virgen de la Soledad leonesa, no de la Dolorosa gijonesa tallada por Francisco Elías. 

Y prosigue Luis Pastrana: «El sábado regresaron todos a León sobre las seis de la tarde. Personas e imágenes. Éstas traídas en la misma ambulancia en que fueron llevadas, e inmediatamente se colocaron en sus altares de la iglesia de San Martín: aquéllas volvían agasajadas -el Ayuntamiento de Gijón les había nombrado huéspedes de honor- y obsequiadas y, sobre todo al decir de la prensa de la época, entusiasmadas con el fervor mostrado por los gijoneses». El agradecimiento gijonés no fue protocolario, puesto que tiempo después el Ayuntamiento acordó dar el nombre de León a una calle del centro de la villa, que aún conserva, con entrada por la calle de Munuza y salida por la de Tomás Zarracina. 



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