San Francisco Javier (1506-1552) es uno de los grandes pilares de la evangelización católica y patrono de las misiones, junto a Santa Teresa de Lisieux. Nacido en el Castillo de Javier (Navarra, España), en una familia noble, se trasladó a París para estudiar, donde conoció a San Ignacio de Loyola. Bajo su influencia, Francisco experimentó una profunda conversión espiritual que culminó en 1534, cuando junto a Ignacio y otros cinco compañeros realizó el Voto de Montmartre, fundando el germen de la Compañía de Jesús.
Ordenado sacerdote en 1537, partió como misionero a las Indias Orientales en 1541, enviado por el rey de Portugal y el Papa. Durante una década, desarrolló una labor evangelizadora incansable en la India, Ceilán (actual Sri Lanka), las Islas Molucas y Japón, donde fue el primer misionero cristiano en predicar. Su método consistía en adaptarse a las culturas locales, aprendiendo idiomas y costumbres, y traducir las verdades de la fe con caridad y respeto. Bautizó a decenas de miles de personas y fundó comunidades cristianas que perduraban tras su partida.
Murió el 3 de diciembre de 1552, a las puertas de China, en la isla de Sanchón, agotado por las enfermedades y penalidades, anhelando entrar en aquel vasto imperio para anunciar el Evangelio. Su cuerpo, incorrupto, se venera en Goa (India).
Canonizado en 1622 junto a San Ignacio, su festividad se celebra el 3 de diciembre. Es patrono de Navarra, de las misiones universales y de los marineros. Su vida es un testimonio ardiente de celo apostólico, obediencia y amor a Cristo, recordándonos que la fe, cuando es auténtica, siempre es misionera.
¡San Francisco Javier, ruega por nosotros!
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