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sábado, 23 de diciembre de 2017

Prensa: Modas que vienen y van

Sin buscar hacer leña del árbol caído, el hecho de que un gran capataz como Antonio Santiago haya perdido tres cofradías en apenas año y medio es síntoma del principio del fin de una moda.


La Macarena y El Valle juntas en la Anunciación, en la época de la Transición


Opinión/Por JAVIER MACÍAS, 16 de diciembre de 2017.

Me fascina ver esos vídeos, los primeros a color, de la Semana Santa setentera y ochentera: palios cargados de flores en las esquinas, varales apretados y de costero a costero… Esos montes pobres de flores pero tan pintorescos o las Vírgenes vestidas con tocados de encaje anchísimos… De aquello apenas quedan pequeños reductos en la Semana Santa actual, que en muchos casos ha vuelto a rescatar estampas de la primera mitad del siglo XX o incluso finales del XIX, sobre todo en la vestimenta de nuestras Vírgenes.


Son las modas que vienen y van, como la que hemos asistido en este nuevo milenio de los palios-carreta y vueltas de tornillo. Somos inconformistas con el tiempo que nos ha tocado vivir y cualquier pasado fue mejor. Sin buscar hacer leña del árbol caído, el hecho de que un gran capataz como Antonio Santiago haya perdido tres cofradías en apenas año y medio es síntoma del principio del fin de una moda que se ha asentado en media Semana Santa.

Antonio, digno heredero de su padre, uno de los padres de los hermanos costaleros, ha creado escuela. Ha promovido una forma de andar sin estridencias, perfecta y elegante. La técnica estaba tan depurada que en los palios ajustó los varales a los basamentos instalándole elementos que amortiguaran el movimiento, de forma que las caídas apenas notaran el compás de la gente de abajo. Y no sólo lo hizo en los palios que él sacaba, sino que exportó esa forma de llevar los pasos a otras cofradías. Hubo otros capataces que solicitaron su ayuda o incluso priostes que le reclamaron para hacer modificaciones en las parihuelas.

En los pasos de Cristo, ocurrió algo similar. Su idea se basa en que giren sobre su eje, 90 grados sin ganarle terreno. Lo que se le conoce como “vueltas de tornillo”. Lo mismo lo hacía con el Señor de la Victoria de La Paz, con agrupación musical, que con el misterio de la Mortaja, con una escolanía de niños cantores. Es difícil encontrar diferencias entre la forma de andar del palio del Cristo de Burgos o de la Esperanza Macarena. Es, simplemente, el estilo de Antonio, que ha enamorado a tanta gente como disgustado a otras tantas.

Se da la circunstancia, más allá de otras razones de peso que hayan podido sobrevenir en las hermandades que han dejado de contar con sus servicios, que los pasos que ha perdido son “alegres” y que la mayoría de los que le quedan (que son muchos), son de cofradías de silencio o con estilo musical fúnebre. Esto supone que esa moda está pasando inexorablemente, que hay una cierta vuelta al pasado, buscando darle más alegría a los pasos. Ya lo dijeron los dos candidatos a hermano mayor de la Macarena: “Al palio de la Esperanza le cabe un poco más”. Y Cabrero, que es el que resultó vencedor, decidió relegarlo a ser auxiliar y Antonio, hombre de principios innegociables, declinó la oferta y prefirió dejar el martillo del Dragón. Ninguna de las dos decisiones son criticables.

Estoy seguro de que la Macarena, al igual que ocurrió con La Paz o los Negritos, no cambiará en exceso su forma de andar, pero se notará. Es el ejemplo más paradigmático de que las modas pasan, muy pocas perduran. Que lo que ahora es perfecto, mañana deja de serlo.

Un respeto a Antonio Santiago, capataz de raza y de los buenos. Un hombre que llegó a sacar doce cofradías en once días en Sevilla y su provincia. Por algo será. Su estilo tiene tantos partidarios como detractores. Yo, lo tengo claro, pertenezco al segundo grupo. No me gustan las vueltas de tornillo ni los palios ‘tocados’ que apenas se mueven. Creo que son las hermandades quienes tienen que definir su estilo y que no lo imponga ningún prioste, capataz, diputado de banda ni vestidor de turno. Que no se ofenda nadie, que esto es cuestión de gustos, como todo en la vida. Eso sí, algo tiene el agua cuando la bendicen…


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