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lunes, 15 de diciembre de 2025

Diciembre 2025: Festividad de la Esperanza de Oviedo

 


La Esperanza de Oviedo ya está dispuesta en el Altar Mayor de la Parroquia de San Francisco Javier de la Tenderina, con motivo de la Festividad de la Expectación del Parto, fiesta en honor de la titular mariana de la Hermandad de Los Estudiantes, y cuyo Solemne Triduo dará comienzo el 16 de diciembre, con el rezo del Santo Rosario a las 18:30.







Cada 18 de diciembre tiene lugar la Fiesta de la Expectación del Parto, también conocida como la "Expectación de María" o "Santa María de la O", constituye una joya litúrgica que ilumina la última semana del Adviento. En ella, la Iglesia contempla con especial ternura los últimos días de la Virgen María, quien lleva en su seno al Verbo de Dios hecho carne. Esta celebración, de raíces medievales hispánicas, fija nuestra mirada no en el momento histórico, sino en la actitud interior de la Madre del Redentor, invitándonos a unirnos a su espera única y sagrada.









El corazón de esta fiesta late en el "sí" perfecto de María, que ya ha sido pronunciado en la Anunciación y ahora se vive en la plenitud física y espiritual de la espera. Su expectación no es pasiva, sino un acto de fe heroica, de amorosa entrega y de silenciosa contemplación. Con cada latido del Niño Dios en su seno, el corazón de María palpita en un diálogo de amor con la Trinidad, meditando en su interior las maravillas que Dios obra a través de su humildad. Es el culmen de la esperanza humana, pues en ella no hay duda, sino la certeza gozosa de que la Salvación está ya presente, aunque aún no manifestada plenamente.







Para el pueblo cristiano, este día es una profunda escuela de virtudes. Nos enseña a esperar con paciencia activa, con la certeza de que Dios cumple sus promesas. Nos llama a guardar en nuestro corazón, como María, la Palabra recibida, permitiendo que crezca y nos transforme. En un mundo marcado por la prisa y la inmediatez, la Expectación del Parto nos invita a valorar el tiempo de gestación, de preparación interior, de oración silenciosa que hace nacer a Cristo en lo más íntimo del alma. Nos recuerda que toda vida, especialmente la vida de la gracia, necesita un tiempo de cuidado y de espera amorosa.


Al celebrar esta fiesta, la Iglesia se une al gemido gozoso de la creación entera, que "aguarda con ansiedad la manifestación de los hijos de Dios" (Rm 8:19). María, en su expectación, es figura de la Iglesia que peregrina hacia el encuentro definitivo con su Señor. Así, el 18 de diciembre se convierte en un faro que nos guía hacia la Navidad, no como una simple conmemoración, sino como la actualización de un misterio vivo: Dios que quiere nacer también en nosotros. Contemplar a María que espera es aprender a esperar nosotros, con ella, la llegada de la Luz que disipa toda tiniebla.



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