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martes, 25 de septiembre de 2018

Fue Noticia en 2007: Agua para todos los ramos


La lluvia obligó a suspender la tradicional procesión por las calles del centro, y a cambiar la bendición de San Tirso El Real a la Catedral, donde el arzobispo ofició la misa


El refranero popular apunta que «lo que bien empieza, bien acaba». Ayer, Domingo de Ramos, se demostró para alivio de los fieles que esta máxima no siempre se cumple. Lo que comenzó con un repentino cambio de planes a causa de la lluvia terminó con decenas de niños jugando con sus palmas ya benditas bajo el sol, no de justicia, pero sí de derecho, en la plaza de la Catedral.

PALMAS. El arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, bendice las palmas de 
algunos niños que asistieron a la misa de ayer. / JESÚS DÍAZ

A media mañana, mientras las vendedoras de ramos predecían un mal jornal, las autoridades eclesiásticas anunciaban el cambio: este año, en contra de lo previsto, la bendición no podría celebrarse en la iglesia de San Tirso El Real. La Banda de Música 'Ciudad de Oviedo' fue enfundando sus instrumentos a medida que el agua iba ganando en fuerza y protagonismo. Finalmente, los músicos se fueron. Ya era definitivo: este año no habría procesión.


La misa en la Catedral se convirtió, de este modo, en el único reclamo para los devotos. Y fue más que suficiente. Todos los bancos y las sillas preparados para la ocasión se llenaron durante hora y media que duró el festejo y sus preliminares.

El arzobispo, Carlos Osoro, hizo su entrada en el templo rodeado de 15 sacerdotes y bendijo a todos los niños que encontró a su paso. Después, hizo lo propio con los ramos. La Eucaristía comenzó con la lectura del Evangelio según San Lucas, que sirvió para recordar la entrada de Jesucristo en Jerusalén, a burro y sobre un manto de ramos, que ayer se conmemoraba.

El deán de la Catedral, Ángel Pandavenes, se mostró «feliz» con el transcurso de la celebración, aunque reconoció que «otros años hay más gente». Echó también en falta un recuerdo de la niñez: «Había muchos más pequeños. Hoy en día, ves muchos padres y abuelos, pero pocos hijos y nietos». Un problema que achaca, en parte, «a la baja natalidad, porque los que ahora traen un niño antes traían cuatro», y a una creciente «falta de calor religioso en algunas casas».

Pandavenes también se fijó en el aumento de inmigrantes. «Muchos de los que vienen son suramericanos, de fe católica. Cada vez hay más. Son gente, por lo general, muy joven que están muy lejos de su casa y aún así siguen a Dios».

Tampoco quisieron fallar los concejales. En los primeros bancos, se encontraba la ya habitual y amplia representación consistorial. Entre los presentes estaban los ediles Agustín Iglesias Caunedo, Gerardo Antuña, Silvia Junco, Isabel Pérez-Espinosa, Benjamín Rodríguez Cabañas, Concepción García, Carmen Manjón y José Manuel Suárez Bocero, entre otros.

Alfonso Román López, concejal de Cultura y Deportes, lamentó a su salida que «el sol no apareciese antes para poder hacer la procesión». Mirando al cielo, ya azul, expresó su deseo de que los claros fuesen «premonitorios» para todo el periodo vacacional. «La hostelería y la hotelería esperan que esta sea una semana muy importante dentro del calendario. Esperemos que los turistas se animen y venga mucha gente», dijo. De todas formas, puntualizó, «normalmente, vienen a Asturias en busca de buena gastronomía, cultura y paisaje, por lo que no están tan sujetos al tiempo».

A Jaime Reinares, teniente de alcalde, la mañana le sirvió para echar la vista atrás: «Es un día muy feliz. Antes, estrenábamos ropa. El Domingo de Ramos me hace recordar la ilusión que me hacía ponerme mis sandalias o pantalones nuevos». Su momento preferido, dice, era el de «bendecir la palma para luego dársela a los padrinos». Tradición que el equipo de gobierno aún mantiene. Todos portaron unas homogéneas y gigantes palmas a su entrada en la iglesia. Seguro que alguno, además, estrenó zapatos.


Ropa nueva


Como otros muchos pequeños, Ana, Miguel y Rosa, tres hermanos de 9, 7 y 4 años, se presentaron en la Catedral de punta en blanco. Aunque, tras saltar por los charcos ante las súplicas inútiles de su abuela, confesaron que de lo que realmente tenían ganas era de que «llegue ya el día del bollo, porque vamos a poder comernos la casa de chocolate».

En La Tenderina tuvieron más suerte. Para cuando la procesión del Santísimo Cristo de la Misericordia salió de la iglesia de San Francisco Javier, las nubes se habían alejado. Los 40 costaleros de la Agrupación Musical San Salvador pudieron estrenar su nueva parihuela para cargar la cruz al estilo sevillano, sobre el cuello y no sobre los hombros. El año que viene repetirán, ya como cofradía.







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