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domingo, 20 de octubre de 2019

Fue noticia: El Cristo de los futbolistas


Desde 1981 el Santísimo Cristo del Gran Amor, talla donada por Scotta, Bertoni y otros jugadores argentinos, se venera en la Catedral de Buenos Aires. Salió de Sevilla y ahora, 30 años después, volverá a salir de aquí una túnica y una camisa para esta «sevillana» imagen

JESÚS ÁLVAREZ / SEVILLA - 01/07/2011

Cristo del Gran Amor

Esta historia de cristos y futbolistas, de religión y goles, comenzó hace 30 años cuando Scotta jugaba en el Sevilla F.C. y podía doblar un poste de un disparo. El cañonero argentino, terror de las partes blandas y menos blandas de los defensas contrarios que por exigencias de sus contratos tenían que formar barrera frente a él («¡¡¡psss, psss, que viene, que viene!!!», le cantaba la afición cuando cogía carrerilla para disparar una falta) era ya entonces una persona muy religiosa que rezaba antes de salir al campo, según recuerda Pablo Blanco, otro ilustre futbolista sevillista. «Tanto él como Bertoni eran muy creyentes y a Daniel lo hice yo hermano de la Macarena y ese fue el nombre que le puso a su hija. Sus goles se los agradecían a Dios los dos», comenta a ABC. «El Gringo», como era conocido Scotta en Sevilla, encargó en 1981 al imaginero Luis Álvarez Duarte una talla de un Cristo para la Catedral de Buenos Aires. 



Pablo Blanco, Luis Álvarez Duarte, Héctor Horacio Scotta y Fernando López


Bertoni y otros jugadores de la selección que ganaron el Mundial de Fútbol de Argentina como Tarantini, Ardiles, Kempes o Fillol colaboraron en esta singular iniciativa. «Ha pasado mucho tiempo y no recuerdo cuánto costó», reconoce a ABC el artista, al que le llevó diez meses terminarla y cuya impecable túnica de terciopelo fue diseñada y realizada por el modisto sevillano José Cerezal. A Álvarez Duarte le salió una imagen «muy sevillana», según él mismo reconoce. Una vez terminada y vestida, la talla fue embalada y trasladada al aeropuerto de San Pablo, donde vino a recogerla «ex profeso» un avión de las Fuerzas Armadas argentinas, que la trajo de vuelta a Buenos Aires con todo el primor y la delicadeza que las turbulencias atlánticas le permitieron. Este espectacular y «sevillano» Señor Cautivo, de manos atadas hacia adelante y cabellera larga con profusos rizos negros que le caen hasta el hombro, se llamó el «Santísimo Cristo del Gran Amor» y como tal fue bendecida por Monseñor Keegann, guía espiritual de Scotta y Bertoni, en una emocionante y multitudinaria ceremonia en la capital bonaerense, pero los argentinos pronto la rebautizaron con el nombre de «Cristo de los futbolistas», que es como todo el mundo la conoce. 

Los Jueves Santo el «Cristo de los futbolistas» sale en procesión entre el fervor de miles de argentinos que la acompañan con cariño y veneración por las calles de la capital metropolitana, pero ese tute semanasantero no ha sido nada comparado con el día a día que ha «sufrido» la talla y que han acabado desgastando la túnica que le confeccionó Cerezal. Porque comenta Scotta que todos los niños argentinos que quieren ser futbolistas internacionales, ricos y famosos como lo fueron él o Bertoni en los años setenta, Maradona, en los ochenta, y ahora, en el siglo XXI, Messi, le piden suerte en la vida, y con la «bola», al Cristo. Y tantos potenciales futbolistas hay en Argentina y tanto la han tocado que le han tenido que poner un cristal, como al Gran Poder.

«El Gringo», que vive en Buenos Aires pero tiene a una hija residiendo en Sevilla y a dos nietos jugando en los alevines del club en el que se hizo famoso por sus cañonazos, pidió hace poco consejo a su ex compañero Pablo Blanco, Luis Álvarez Duarte y Fernando López sobre una túnica nueva para el dios de los peloteros argentinos. Y Fernando López se puso manos a la obra para darle una sorpresa al exjugador argentino que se llevó a su país un Cristo de Sevilla. Y para ello se le ocurrió poner un e-mail a algunos de sus amigos sevillistas para que colaboraran en lo que pudieran con la túnica.

De 10 a 100 euros

Y la respuesta no ha podido ser mejor porque las donaciones voluntarias, que van de 10 a 100 euros por cabeza, según la capacidad económica del donante en estos duros tiempos de crisis y desempleo, van a dar, según comenta López a ABC «al menos, para dos túnicas». Que no le falte de nada al Cristo de los futbolistas argentinos. Y Javier Sobrino, otro insigne sevillista con la vida dividida entre trabajo, fútbol y la religión, ha anunciado que le hará una camisa nueva «made in Sevilla» que le puede durar otros treinta años. «Petete» Cerezal, con quien ya han hablado los promotores de esta iniciativa, conserva las medidas y los patrones de la que le hizo en 1981 y ya se ha comprometido a realizarla. Será de terciopelo y costará 1.350 euros, que estos sevilistas van a poner para que el Cristo de los futbolistas no pase frío en invierno.


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