El Señor de la Sentencia, sagrado titular de la Hermandad y Cofradía de Los Estudiantes, luce con su tradicional túnica en su altar de la Parroquia de San Francisco Javier de La Tenderina, junto a la Esperanza de Oviedo. A nivel catequético, hay que reseñar que la condena a muerte en la cruz, decretada por la autoridad romana, bajo la presión de algunas autoridades religiosas de su pueblo, fue asumida libremente por Cristo como parte integral de su misión redentora.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que Jesús, el Siervo Sufriente anunciado por el profeta Isaías, tomó sobre sí los pecados de toda la humanidad (cf. Is 53). Su sentencia injusta desde el punto de vista humano se convierte, en el designio amoroso de Dios Padre, en el acto supremo de entrega por amor. En el tribunal de Pilato, Jesús se presenta como Rey, pero su realeza no es de este mundo (Jn 18:36); es la realeza del amor que se ofrece a sí mismo en sacrificio. Así, la cruz, instrumento de suplicio y vergüenza, se transforma en el trono desde donde reinará atrayendo a todos hacia sí.
La sentencia de Cristo culmina en el Misterio Pascual, donde la muerte y la resurrección forman una unidad indisoluble. La Iglesia contempla este juicio y su ejecución no con morbo, sino con profunda gratitud y veneración, porque en él se manifiesta la justicia divina, que es misericordia. Dios, en su Hijo, permite ser condenado por la justicia humana para revelar hasta qué punto llega su amor y para liberar a la humanidad de la condenación eterna, que es el verdadero fruto del pecado.
Cada Viernes Santo, la liturgia proclama: "Por tu santa cruz redimiste al mundo". Por tanto, la sentencia humana que pretendía silenciar al Hijo de Dios se convirtió, en el plan salvífico, en la sentencia divina que absolvió al mundo, inaugurando una nueva alianza sellada con su sangre. En la Cruz, Jesús, el Juez justo que vendrá al final de los tiempos, se presenta primero como el Cordero inocente que quita el pecado del mundo, cumpliendo así toda justicia
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