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martes, 1 de enero de 2013

España tierra de María, España tierra de Esperanza






María de la Esperanza
 María de Nazareth
 madre de nuestro Señor,
 compañera de nuestras marchas,
 ven a visitarnos,
 quedate con nosotros.
Te necesitamos, madre buena,
 vivimos tiempos difíciles,
 atravesamos bajones,
 tenemos caídas,
 nos agarra la flojera
 nos inmoviliza la apatía,
 nos da rabia la solidez de la injusticia.
María, virgen de la Esperanza.
 Contagianos tu fuerza,
 acercanos el Espíritu
 que llena tu vida.
 Ayudanos a vivir con alegría,
 a pesar de las pruebas y las cruces
 que encontramos en el seguimiento
 de tu hijo.
 Que no nos desaliente
 la lentitud de los cambios,
 que las espinas de la vida
 no nos ahoguen la semilla del Evangelio.
 Que no perdamos la utopía,
 madre buena,
 de creer que es posible otro mundo
 y otra sociedad.
 Que no bajemos los brazos
 en la lucha por la justicia
 y en la práctica de la solidaridad.
 Que no se enturbie nuestra mirada,
 al punto que no veamos la luz del Señor
 que nos acompaña siempre,
 que camina a nuestro lado,
 que nos sostiene en los momentos duros.
María, tu creiste y te jugaste la vida.
 Y no te fue fácil.
 También pasaste tiempos de incertidumbre,
 de no entender las cosas que pasaban,
 de sufrimiento y soledad.
 Y saliste adelante,
 con buen ánimo y entrega.
 Nos enseñaste con tu ejemplo
 que para dar vida hay que entregar la vida,
 todos los días,
 en las buenas,
 y en las malas,
 y en las más o menos.
Siendo un muchacha,
 estando comprometida,
 corriste el riesgo de decir sí
 al plan de Dios.
 Confiaste en Él
 y el sueño de Dios se hizo realidad.
Madre, en nuestros días Dios sigue soñando.
 Su Reino de hermanos
 está muy lejos de ser realidad.
 Y nos pide,
 como a tí en Nazareth,
 que demos lo mejor de nosotros
 para ayudarlo a realizar su Proyecto.
 María, ¡cómo cuesta decirle sí al Señor!
 Cómo cuesta decir sí más allá de las palabras,
 decir sí con los hechos, con actitudes, con gestos...
 ...¡con la vida!.
Enseñanos a esperar en el Señor,
 a confiar en su palabra,
 a dejarnos guiar por su Espíritu,
 a llenarnos de su buen humor y alegría.
 Enseñanos a escuchar su voz,
 en la realidad de todos los días,
 en el sufrimiento de tantos,
 en las ansías de liberación y cambio,
 en la sed de justicia de las mayorías.
Enseñanos a orar
 para no perder la Esperanza
 y para darle raíces sólidas.
 Enseñanos a orar
 para discernir donde poner los esfuerzos
 y descubrir nuestro lugar y misión.
 Enseñanos a orar
 para no desalentarnos
 en las dificultades y contratiempos.
María, camina cerca nuestro,
 acompañanos madre buena,
 fortalece nuestra esperanza
 para que sea el motor de nuestra entrega
 el pozo donde beber para seguir,
 el refugio donde descansar y retomnar fuerzas.
 Anuda nuestra esperanza
 al proyecto del Padre.
 Danos firmeza y hasta tosudez
 para seguir adelante.
 Llena nuestros corazones
 de la esperanza que libera
 para vivir el amor solidario.
Lo que se espera
 se consigue con esfuerzo,
 con trabajo y con la vida.
 Nosotros confiamos en tus manos
 para que nos hagas fuertes en la fe
 comprometidos en la solidaridad
 y firmes, muy firmes,
 en la Esperanza del Reino.
Amén





Marcelo A. Murúa

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