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miércoles, 16 de enero de 2013

Fue Noticia: Arturo Fernández: «La Semana Santa engrandece nuestro Gijón del alma»




El actor recordó que «son muchos los que viven clavados en la cruz de la marginación, la injusticia y el desamparo sin que salgamos a su encuentro»



03.04.12 Azahara Villacorta | Gijón.



Ignacio Alvargonzález antecede a Arturo Fernández
en el pasillo central de San Pedro, donde el popular
 actor leyó el pregón de Semana Santa. :
(Fotografía: Purificación Citoula)




«Me enorgullezco, hoy como nunca, de pertenecer a este pueblo único»


«Nada tiene que ver esta iglesia de San Pedro con aquella otra destruida por la sinrazón»


«No hay lugar en el que encuentre más paz que el banco de una iglesia»




El actor declama un pregón marcado
 por la solemnidad
(Fotografía: Purificación Citoula)



Nunca la iglesia de San Pedro estuvo tan repleta y nunca un pregón de Semana Santa tan bien impostado. Nunca hasta ayer, cuando un redoble de tambores y la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Gijón recibieron a Arturo Fernández en loor de multitudes y mucho más contenido de lo que acostumbra, impecable en la vestimenta de grises y negros, «embargado por la emoción», repetía una y otra vez desde que se bajó del taxi.

Les esperaban en el exterior decenas de personas pidiéndole «una foto, chatín» y, en los bancos, su inseparable mujer de tantos años, Carmen Quesada, familiares, amigos y autoridades como el cuarto teniente de alcalde del Ayuntamiento de Gijón, Manuel Arrieta, la portavoz del grupo municipal del Partido Popular, Pilar Fernández Pardo, el teniente coronel de la Guardia Civil, Juan Bautista Martínez Raposo, a quien expresó su «admiración a la Benemérita», o el magistrado Bernardo Donapetry. Fue el presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades, Ignacio Alvargonzález, el encargado de presentarlo. Una tarea, dijo, «osada e innecesaria en Gijón».

Así fue cómo, después de agradecer al Consistorio la «renovada presencia institucional, tras algunas décadas de interrupción» que los cofrades interpretan como «la más sana normalidad», Alvargonzález recordó que el elegido para pregonar la Pasión es «un gijonés de la Puerta de la Villa, educado muy cerca de la iglesia de San Pedro, con los Hermanos de la Salle, o baberos de Cimadevilla, justo en el mismo emplazamiento donde hoy tienen sus cuarteles las cofradías gijonesas» y que, muy poco tiempo después, «hizo sus pinitos en el boxeo, donde se ganó el apodo del 'Tigre del Piles'»

O cómo, «para varias generaciones de gijoneses, resulta prácticamente imposible imaginar la Semana Grande de Begoña sin estos tres ingredientes: los fuegos artificiales, las corridas de toros y Arturo Fernández en el Jovellanos, llenando día tras días las funciones».

Con la misma impresión de patio de butacas a rebosar y de público expectante ante «uno de los galanes más destacados de los últimos tiempos y de la alta comedia», tomó la palabra «el maestro de la elegancia y la caballerosidad, el paradigma perfecto del gijonés, equilibrio entre porte distinción y retranca playa» para proclamar, esta vez de veras y no de bromas, que, «desde que retomara su andadura en 1995, la Semana Santa engrandece nuestro Gijón del alma gracias al esforzado trabajo de las Cofradías y Hermandades Penitenciales y al apoyo y el fervor con que tanto anima ese esfuerzo la feligresía gijonesa».

Gijón y Arturo. Arturo y Gijón. «Ese pueblo único al que, hoy como siempre, hoy como nunca, me enorgullezco de pertenecer», empezó el actor, quien explicó que cuando recibió la llamada de José Ramón Fernández Costales no pudo hacer otra cosa que responder. «¡Gijón me pide algo! Y pocas cosas me llenan más que atender una llamada, cualquier llamada, de mi tierra».

Después de semejante declaración de intenciones, con los espectadores y el «reverendo párroco», Javier Gómez Cuesta, ya ganados de antemano, el playu más universal se detuvo en «la bella imagen que la iglesia mayor de San Pedro nos ofrece hoy y aquella otra derruida por la sinrazón ante a la que a a diario pasaba camino del Colegio de San Eutiquio. Aquella que fuera testigo mudo de aquel niño que, de la Escalerona al pedrero, solaba con ser tan buen futbolista como lo fuera su padre, ausente también por la misma sinrazón».

Pasaron los años y, «hasta hoy, no hay lugar en el que aquel niño, ya grande, encuentre más paz, más luz, que en el banco de una iglesia. A ser posible, vacía», confesó «el egoísmo».

Y, como no podía ser de otra manera, Arturo Fernández dedicó su pregón «a las mujeres de la vida de Jesús». Mujeres como «La Verónica, esa figura que encarna los más sólidos valores femeninos: valentía y compasión», A las mujeres que les precedieron. Pregoneras como María Teresa Álvarez o Sor Marisela, con la que se conmovió recordando que «son muchos los que viven clavados en la cruz de la marginación, la injusticia y el desamparo sin que salgamos a su encuentro». O como La Virgen de la Soledad, que «este año estará abrigada por un prodigioso manto tejido por las manos de las monjas clarisas de Villaviciosa y que lucirá en su cuello un hermoso broche de esa piedra tan asturiana, el azabache. Ambas joyas, fruto de una donación que prefiere mantenerse en el anonimato».

Así, con la tensión arriba, concluyó: «Felices vosotros, mis queridos amigos, que vais a tener el gran privilegio de celebrar la Gloriosa Resurrección del Señor en mi Gijón del alma». Él no podrá, «por trabajo». Ovación y más fotos, «chatín».






http://www.elcomercio.es/v/20120403/gijon/arturo-fernandez-semana-santa-20120403.html


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