La salida de la procesión se retrasó tres cuartos de hora, hasta que dejó de llover, y culminó en la capilla de la Universidad pasada la medianoche | El paso, por primera vez, se trasladó a costal e incluyó un gran ramo de olivo y dos figuras más, la de un romano y un judío
Ángel Fidalgo 16.04.2019 |
El paso, con el gran olivo, poco después de la salida de la procesión. IRMA COLLIN
Hasta el último minuto en la casa de la Hermandad de los Estudiantes no hubo respiro. Todos mirando al cielo. No paraba de llover. Dolor espiritual de los costaleros, que no de la séptima vértebra, que es sobre la que cargan el peso del paso; ojos llorosos entre las damas de mantilla y pena entre los cofrades y los miles de ovetenses que hasta el último minuto pensaban que la lluvia no dejaría salir a la procesión del Prendimiento, la de la Hermandad de los Estudiantes. La tensión en el ambiente se podía cortar con un cuchillo.
Meses de ensayos con el paso, otros tantos de los músicos de la Agrupación Musical "San Salvador" de Oviedo, y el trabajo silencioso y siempre oculto de muchos cofrades para que en la procesión no falle nada. Todo esto se podía ir al traste por la dichosa lluvia.
Los cofrades, especialmente la treintena de costaleros, no pararon durante toda la tarde de consultar, en sus teléfonos móviles, las predicciones del tiempo hora a hora. ¿Por qué no las darán minuto a minuto?, se preguntaba alguno. "A las ocho parece que dejará de llover", anunciaba optimista como siempre Iván Zapico, el infatigable capataz de la Hermandad y Cofradía de los Estudiantes. Faltaba solo media hora para tomar la siempre difícil y dolorosa decisión de no salir o "tirar palante" y tentar a la suerte. Y es que la lluvia puede causar daños muy costosos en el paso.
El hilo se tensó hasta las nueve menos veinte. La decisión estaba tomada. ¡Salía la procesión! La Agrupación Musical "San Salvador" tocaba el himno nacional y el capataz, Iván Zapico, gritaba a los costaleros: "¡ Al cielo!", para que levantaran el paso.
Un paso que este año fue todo novedades. Para empezar, se trasladó a costal, y no a hombros, como se hizo hasta ahora. Además, hasta el año pasado solo trasladaba al Señor, vestido con la túnica blanca, la misma que llevaba durante su prendimiento en el Huerto de los Olivos.
Pero este año, además, el paso llevaba en la parte trasera un gran olivo, y la figura de un romano que sujetaba con cuerdas las manos de Jesucristo cruzadas a su espalda. Junto a él, la figura de un judío que en la mano izquierda sostiene una antorcha y en la derecha un pergamino con la sentencia del Sanedrín de juzgar a Jesús. Y junto a los pies del Señor una pequeña rama de olivo sacado del centenario que está en la Catedral y que la tradición dice que lo trajo un peregrino desde el Huerto de los Olivos, en Jerusalén.
Entre los costaleros el rumano Nelu Costachi estaba emocionado. Era su primera procesión. "Quiero hacer un acto hacia Jesucristo para agradecerle todo lo que hizo por mí y por mi familia, y considero que esta manera de hacerlo es también la mejor manera de recordar como él vivía, con sufrimiento; porque lo que hacemos los costaleros dentro de la trabajadera es muy duro". ¡Vamos, Nelu, que por fin salimos!, le gritaba un hermano y el costalero sonrió.
Después la procesión se encaminó hacia la Cuesta de la Vega, que subió a paso ordinario y en la que aprovechó para homenajear simbólicamente a la Guardia Civil.
Arriba giraron a la izquierda para encaminarse a la iglesia de Santa María la Real de la Corte. A su puerta hicieron parada y homenajearon a la Cofradía del Silencio.
Unos metros más adelante, las monjas de las Hermanitas de María Inmaculada y San Vicente de Paúl, las de la Cocina Económica, con sor Esperanza Romero a la cabeza, ya esperaban a la puerta la llegada y el saludo de la procesión, con revirada incluida para que pudieran rezarle al Señor.
La parada prevista en la casa sacerdotal para homenajear a los venerables sacerdotes no la hicieron porque ya estaban descansando. Y es que la procesión transcurría con retraso desde su inicio.
Después, la procesión llegó a la plaza de la Catedral en la que los costaleros realizaron otra revirada frente a la puerta de la Limosna. Ya quedaba poco para el final. Las puertas del edificio histórico de la Catedral ya se estaban abriendo.
A su llegada, los costaleros, de rodillas, metieron el paso dentro del edificio para dejarlo a las puertas de la capilla de la Universidad, de donde lo sacarán al filo de la medianoche del Jueves Santo.
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