La Navidad ha llegado, y la advocación mariana de la Hermandad de Los Estudiantes se ataviando como “Madre de la Esperanza”. María, Madre de la Esperanza, como bien nos dejase el Beato Juan Pablo II en una de sus oraciones. Así podemos ver a esta Madre como con sumo cariño envuelve a su hijo y lo recuesta entre sus brazos, presentándolo a todos los hombres y diciendo: “Este es Jesús, el que salvará a su pueblo de los pecados”, repitiendo las palabras que le dijera el ángel cuando se le apareció a José. Pero no solo el ángel se le apareció a María y a José, sino que en la noche del nacimiento se les manifestó a los pastores y como bien relata el evangelio de Lucas 2:11 y 12 anuncio: "Yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre."
María, Madre de la Esperanza
¡camina con nosotros!
Enséñanos a proclamar al Dios vivo;
ayúdanos a dar testimonio de Jesús,
el único Salvador;
haznos serviciales con el prójimo,
acogedores de los pobres, artífices de justicia,
constructores apasionados
de un mundo más justo;
intercede por nosotros que actuamos en la historia
convencidos de que el designio
del Padre se cumplirá.
Aurora de un mundo nuevo,
¡muéstrate Madre de la esperanza
y vela por nosotros!
Vela por la Iglesia:
que sea trasparencia del Evangelio;
que sea auténtico lugar de comunión;
que viva su misión
de anunciar, celebrar y servir
el Evangelio de la esperanza
para la paz y la alegría de todos.
Reina de la Paz,
¡protege la humanidad del tercer milenio!
Vela por todos los cristianos:
que prosigan confiados por la vía de la unidad,
como fermento para la concordia del mundo.
Vela por los jóvenes,
esperanza del mañana:
que respondan generosamente
a la llamada de Jesús;
Vela por los responsables de las naciones:
que se empeñen en construir una casa común,
en la que se respeten la dignidad
y los derechos de todos.
María, ¡danos a Jesús!
¡Haz que lo sigamos y amemos!
É l es la esperanza de la Iglesia y de la humanidad.
É l vive con nosotros,
entre nosotros, en su Iglesia.
Contigo decimos «Ven, Señor Jesús»:
Que la esperanza de la gloria
infundida por Él en nuestros corazones
dé frutos de justicia y de paz!
SS. Juan Pablo II
Fotografías: José Luis Montamarta