Santa Cecilia nació en Roma, en el seno de una ilustre familia y falleció entre el año 180 y el 230. Fue casada contra su voluntad con un joven pagano llamado Valerio. Santa Cecilia logró que su marido respetara su virginidad y se convirtiera al cristianismo. Valerio fue bautizado por el papa Urbano, y junto con su hermano Tiburcio (quien también se convertió), dio sepelio a los mártires de la persecución de Turco Almaquio. Ambos hermanos fueron denunciados por esta práctica, y murieron decapitados.
Santa Cecilia fue también denunciada y condenada a ser arrojada al fuego de las termas de su propia casa, pero salió ilesa de las llamas. Turco Almaquio ordenó que fuese degollada. Santa Cecilia, herida tres veces gravemente con un hacha, expiró tras tres días de agonía. El papa Urbano, ayudado por sus diáconos, enterró a la joven mártir y consagró su casa como basílica.
Además de ser la patrona de la música, Santa Cecilia también lo es de los poetas y de los ciegos junto a Santa Lucía de Siracusa. Y en cuanto a la música, desde muy joven, y de acuerdo con las costumbres y tradiciones de las familias patricias romanas, se inició en el aprendizaje musical e instrumental. Recordemos que las damas de la sociedad romana aprendían la lira, la cítara o algún tipo de arpa, ya que se consideraba a la música como parte importante de la formación.
El culto de Santa Cecilia se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, que la ensalza como un verdadero ejemplo de mujer cristiana y de gran valentía en la fe, hecho que queda reflejado en el Benedictus de la Misa de su Festividad donde dice: "Ánimo soldados de Cristo, dejad las actividades de las tinieblas y pertrechaos con las armas de la luz".
Texto: VV.AA
Fotografía: Wikipedia
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