Hoy te contamos la vida de San Martín de Porres, de padre burgalés y madre mulata, y lego dominico.
Por Jesús Luis Sacristán - COPE
Todos los Santos llevan implícitas en ellos cada una de las virtudes más necesarias para alcanzar la Salvación. Pero en cada persona hay una connotación especial. Esa es la que les da la impronta en su Santidad. Hoy domingo 3 de noviembre recordamos a San Martín de Porres. Nace en Perú en 1579.
Su padre era español, concretamente de origen burgalés, de los que habían partido hacia tierra del Nuevo Continente, en misión para el Gobierno español en aquellas tierras. Su madre era panameña y mulata. La educación que recibió de su madre, fue muy sencilla, y sólo tardíamente, el padre se encargaría de que, tanto su mujer como sus hijos, tuviesen una vida digna.
Cuando su padre fue gobernador de Panamá, regresa a Lima, donde aprenderá el oficio de barbero, que no sólo era arreglar el pelo o extraer muelas, sino que ayudaría a muchas personas a sanar de sus dolencias con remedios naturales. Todas las personas que son atendidas enseguida encuentran a un alama buena y acogedora que les trata con gran delicadeza. Su sensibilidad a la vida cristiana y sus tareas, le ponen en contacto con los Dominicos del Rosario, a quienes pide la admisión, viviendo entre ellos en extrema pobreza.
La gran devoción e impresión que el causa la obra de Domingo de Guzmán hace que los religiosos le abran las puertas para entrar. Allí será un hermano lego, que se dedicará al mantenimiento del convento. Su imagen de barrer y limpiar la casa le dieron el apelativo de “Fray Escoba”, como siempre se le ha conocido. Su caridad fue siempre sin medida, muriendo el 3 de noviembre de 1639. El Papa San Juan XXIII lo canoniza en 1962 y presenta como ejemplo de sencillez y humildad lo que le valió la Santidad.
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