Ya no puedo igualarte,
ya no puedo compañero.
El personal se me queja
de que tú ya estás muy viejo.
No puedo igualarte,
no puedo, compañero.
Que aquel rostro arrugao,
espejo del sufrimiento,
se convirtió en azufre
de pena, sudor y recuerdos.
No puedo igualarte,
no puedo compañero.
Recuerdo mi primer año
con aquel “Gaseosero”,
que mi cintura era firme,
mis piernas eran de hierros.
Y mis manos, hoy sarmientos
con hedor a cementerio,
olían a Albahaca fresco
a tomillo y a romero.
No puedo igualarte,
no puedo, compañero.
Dame por lo menos una,
que yor recuerde mis tiempos,
de cuando Rafael Franco, el famoso
y la banda del Tubero,
cuando con duros de plata
pagaban al costalero.
Si no puedo igualarte,
si no puedo compañero.
Noche de naranja amarga,
noche de limón moreno,
en noche de Viernes Santo,
igualó el costalero,
entre marcha de "Amargura"
y son de "Campanilleros".
Si no puedo igualarte,
si no puedo, compañero.
Cuando sus ojos cerraron.
Bañados de sudor postrero,
por calle de Placentines,
él decía a sus compañeros:
"Para Ella, para Ella, no soy viejo.
para Ella soy lucero".
Decidle a mi capataz
que ya he igualado en el cielo,
en noche de Viernes Santo
al son de "Campanilleros",
que ya puedes igualarme compañero.
Rafael A. Díaz Suárez "El Poeta"
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