La Hermandad de los Estudiantes procesionó ocho horas a costal con el Santísimo Cristo de la Misericordia y estableció una nueva marca de 3.17 minutos en la cuesta de la Vega
14.04.2014
La procesión de los Estudiantes, con su paso, durante la subida por la cuesta de la Vega (Fotografía: Fernando Rodríguez) |
Ángel FIDALGO El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, con hábito y sandalias de franciscano, cogió el martillo y golpeó con decisión el paso del Santísimo Cristo de la Misericordia. "¡Al cielo y por el Rey de Reyes!", gritaron entonces los costaleros de la Hermandad de los Estudiantes antes de levantarlo.
Y lo hicieron como siempre, con inusitada decisión y esfuerzo, pese a que aún les quedaban casi ocho horas de procesionar a costal, con más de mil kilos repartidos sobre la séptima vértebra entre todos los costaleros, antes de regresar a su sede canónica.
Los asistentes rompieron entonces en emocionados e improvisados vivas y aplausos que les salieron del corazón. No era para menos. La banda de cornetas y tambores de "San Salvador de Oviedo" contribuyó con sus notas a dar aún más solemnidad al inicio de la procesión.
Cientos de personas esperaban en la explanada de la iglesia de San Francisco Javier de la Tenderina este momento lleno de misticismo y de pasión cofrade. Antes, la Escuadra de Gastadores Legionaria había sacado el Cristo de la Misericordia del templo para que minutos después fuera clavado sobre el paso.
Y arrancó el paso mientras soplaba el viento y lucía el sol primaveral para arropar a los cofrades en su marcha hacia la cuesta de la Vega, que es sinónimo de uno de los mayores sufrimientos cofrades de la Semana Santa ovetense.
A las 17.20 horas llegaban los legionarios y diez minutos después lo hacía el paso. Delante el alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo -cofrade de los Estudiantes-, flanqueado por dos de sus concejales, Jaime Reinares y José Ramón Pando. Detrás del Santísimo Cristo de la Misericordia, el Arzobispo, junto al párroco de San Francisco Javier, Alberto Reigada.
¡Venga, valientes! Este grito se repitió durante toda la subida de la cuesta de la Vega para dar ánimos a los costaleros, que lo hacían al paso ordinario de la Legión, que muchos de los que procesionaban no lo pudieron seguir por su rapidez. Al llegar arriba, a la altura del monasterio de San Pelayo, la parada era tan merecida como obligatoria.
No era para menos, habían superado su mejor marca en este recorrido, ya que lo hicieron en tan sólo tres minutos y diecisiete segundos, nada más y nada menos que un minuto menos que la vez anterior.
Fue entonces cuando Jesús Sanz hizo una de sus reflexiones tan oportunas. "La vida tiene cuestas muy complicadas, igual o más duras que esta de la Vega para los costaleros, pero subirla como acabamos de hacer ahora es también una manera de unirnos a ellas, y a todas las cuestas que se nos pueden presentar en nuestra vida".
Un poco más adelante, ya iniciado el paso, comenzaban a llover pétalos de rosa de un edificio próximo. Y a medida que avanzaba la procesión por el centro de la ciudad se sumaban más y más personas.
Después, frente a la iglesia de San Juan el Real, los Estudiantes homenajearon a la Hermandad de Jesús Cautivo, para más tarde frente a la capilla de las Esclavas homenajear a los miembros de la Adoración Perpetua. Y los cofrades siguieron hacia el edificio histórico de la Universidad, donde los recibió la tuna con su música, y continuaron hasta la plaza de la Catedral, donde saludaron a la Virgen de la Esperanza de la Balesquida. Después, en el tránsito de Santa Bárbara, llegó para los costaleros un momento muy duro, el de cruzar el arco de rodillas. Y lo superaron al grito de "¡Dios lo quiere!" para después homenajear a las monjas de la Cocina Económica y más tarde a las Pelayas. Pasada la medianoche regresarían a su sede canónica.
Diario "LA NUEVA ESPAÑA":
http://www.lne.es/oviedo/2014/04/14/cielo-rey-reyes/1571352.html
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