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miércoles, 16 de abril de 2014

Prensa - Álvarez: «Dios nos puso la séptima vértebra para cargar con su hijo»

El informático, costalero de los Estudiantes, entrena desde octubre cargando hormigón en parihuelas


Manuel Álvarez, segundo por la izquierda sobre el paso, espera pensativo
 junto a sus compañeros para montar la imagen del Cristo de la Misericordia.
(Fotografía: Fernando Rodríguez)

Elena FERNÁNDEZ-PELLO. "Hay un médico sevillano, Antonio Sangiago, que es capataz y dice que la séptima vértebra cervical no sirve para nada y Dios nos la ha puesto sólo para que carguemos en ella a su Hijo", cita Manuel Álvarez, un informático que es, además, costalero y secretario del Cabildo de Oficiales de la Hermandad de los Estudiantes. Los costaleros, los braceros, los nazarenos y, en fin, todos aquellos que procesionan en Semana Santa, dice. "están sacando la oración a la calle; lo que hacen es rezar de una manera práctica y decirle al mundo, claramente: Soy cristiano y aquí estoy, soy el portador de algo tan grande como Nuestro Señor".

Álvarez forma parte de los Estudiantes desde su fundación. Antes era cofrade en León; ahora, y "hasta que las fuerzas me aguanten", apostilla, está entregado a la Semana Santa ovetense. Muchos de sus amigos participaron en la constitución de la hermandad, que tiene su sede en la parroquia de San Francisco Javier de la Tenderina y que procesiona tres días -además del Domingo de Ramos, en el que salen todas las cofradías-. "Cuando vi que, además el paso salía a costal no lo dudé: es la mejor experiencia de Semana Santa que he vivido, con diferencia". En Asturias los Estudiantes son una excepción. "Somos la única cofradía del norte de España que sale a costal; aquí la Semana Santa siempre fue más de braceros y de hombres de trono", dice.

Para soportar sólo sobre una vértebra los más de mil quinientos kilos de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia los Estudiantes ensayan juntos, como mínimo, una vez al mes a partir de octubre, y cuando llega la Cuaresma intensifican la preparación, una vez o dos a la semana. En los entrenamientos no utilizan los pasos ni las andas. "Tenemos una parihuela de ensayo con unas planchas de hormigón", explica Manuel Álvarez.

Bajo el paso, a oscuras, nadie puede trastabillar. Los hermanos van rezando, cada uno sabe sus razones y unas veces lo hacen calladamente y otras juntos. Y no hay sensación mejor, dice que el terminar de subir la cuesta de la Vega cargando a su Salvador: "No me cambio por nadie en el mundo".


Diario "LA NUEVA ESPAÑA":


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