La patrona de El Condado, Nuestra Señora del Rosario, ha sido ataviada, de forma idealizada y con motivo de la Festividad de la Virgen del Carmen, con los atuendos que llevaba la Santa Madre de Dios en la aparición a San Simón Stock, a quien le hizo entrega del Escapulario de la Orden Carmelita.
La Santa Madre de Dios se le apareció a San Simón Stock, rodeada de ángeles, el 16 de julio de 1251, y le mostró el santo Escapulario diciéndole: "Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará". Por lo tanto, la vida de este santo inglés, nacido en Kent en 1165 y Superior General de la Orden Carmelita, a la que gobernó durante varios años, está inseparablemente unida con la Virgen del Carmen y su popular Escapulario.
La historia de la Santísima Virgen del Carmen nace con el profeta Elías, en el Antiguo Testamento. Sobre sus orígenes, en el Primer Libro de los Reyes, se habla del profeta Elías, de la gran sequía que sufría el país y de los sacrificios ofrecidos en el Monte Carmelo. Fue entonces que Elías prometió a Dios que el rey Ajaab y el pueblo abandonarían al dios Baal para que El terminara con la sequía que asolaba a la región. Después de varias veces que Elías subió al momento, apareció una gran señal: “Cuando volvió la séptima vez, subía desde el mar una nubecita no más grande que la palma de la mano” (1 Reyes 18, 44).
Desde aquel entonces el Monte Carmelo, ubicado al oeste del lago Galileo y cuyo nombre significa jardín, se convirtió en un lugar sagrado, hasta donde llegaron a vivir ermitaños que se dedicaban a rezar y que con el paso de los siglos fueron llamados carmelitas. Estos hombres que se entregaron a la oración y a la penitencia en el desierto, comenzaron con los años a invocar a María con el nombre de “Santísima Virgen del Monte Carmelo”.
El Prioste y Vestidor de la Hermandad y Cofradía de Los Estudiantes de Oviedo, D. Ígor Freijoó González, ha sido el encargado de ataviar a Nuestra Señora del Rosario, de esta singular manera, siguiendo las indicaciones de D. Luis Fernández Candanedo, párroco de San Esteban de El Condado.
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