EMMA GORJÓN PRIETO - 5 NOV. 2017
Aquella mañana, al levantarse, el policía Eduardo Rodríguez supo que ya nunca más volvería a ser el mismo. Tenía que hacer algo que a su juicio valiera la pena, no le bastaba con servir a la ley en las calles, y decidió que había llegado la hora de cambiar radicalmente de vida. Eso sucedió hace cinco años. Hoy, Eduardo Balboa, como le llaman en honor al boxeador inmortalizado por Sylvester Stallone en Rocky, no sólo ha cumplido su sueño sino que se ha convertido en todo un superhéroe de cine. Edu, que desde pequeño quería ser bombero o sanitario en su Málaga natal, terminaría convertido en lo que de verdad siempre quiso ser: Spiderman. Y así disfrazado va de hospital en hospital contando sus aventuras a los niños con cáncer. «Vivirlo de cerca cambió mi forma de pensar... Siempre me gustó ayudar y pensé que esta era una manera muy bonita de hacerlo». Palabra de Spiderman Rodríguez.
Él, que también tiene una hermana pequeña, decidió destinar su tiempo libre a hacer más llevaderas las interminables horas de hospital y los tratamientos oncológicos de los niños. Su relación con ellos puede llegar a durar semanas, meses o años. Un tiempo durante el cual Spiderman les ayuda a cumplir sus sueños. «Los pelones [niños sin pelo por la quimio] me han dado la lección de superación más grande del mundo», admite el agente de 30 años reconvertido por unas horas en superhéroe, y al que le gusta a menudo jugar a la PlayStation, al parchís y al fútbol.
Meter en la maleta el disfraz de superhéroe surgió gracias a un vídeo de un padre estadounidense que decidió darle una sorpresa a su hijo enfermo terminal disfrazado de su superhéroe favorito, el hombre araña, Spiderman. De ahí nació la inspiración del malagueño. Los padres recurren a Edu y él, bajo su disfraz de hombre araña, consigue arrancarles una sonrisa que al menos les alivia el dolor y les hace más llevadero el encierro obligado del hospital. Así conoció nuestro héroe a Lolo, con leucemia, en el Hospital Niño Jesús de Madrid, cuando sus padres se acercaron a este Spiderman de cuento pidiéndole ayuda para su pequeño. Con sus ocho años, presume ante sus compañeros de colegio de haber conocido a un verdadero héroe de cine.
"Se me han ido 29 pelones durante estos cinco años", se lamenta el humanitario Policía andaluz.
Pero la historia de Eduardo no queda aquí, traspasó fronteras y su compañero de profesión, el agente Javier Ramón González, conocido como Espíritu, decidió contar la historia del agente Spiderman. Entre Superhéroes es el libro que recopila todas las vivencias y aprendizajes de los niños y las familias y su principal objetivo es el de ayudar a otros pequeños que se encuentren en un estado de salud similar o incluso peor. Porque no todas las historias cuentan con un final feliz. «Hace un mes se me fue el último pequeño, padecía un cáncer de hueso insalvable. Son ya 29 los pequeños pelones que se me han ido durante estos cinco años», afirma el singular policía andaluz. Spiderman no sólo deja una huella de alegría y esperanza a su paso por los hospitales, sino también en las redes sociales: ya son más de 57.000 las personas que le siguen en su página de Facebook dedicada por completo a sus niños, Spiderman y los superpelones se llama, donde cuelga fotografías y vídeos de sus pequeños superhéroes con sus testimonios.
Además de recorrer todo el país de hospital en hospital, es un gran amante de las artes marciales. Imparte cursos de defensa personal a jóvenes en riesgo de exclusión para su integración. Son varias las organizaciones benéficas con las que colabora el policía, como la Fundación Ronald McDonald de Málaga, la Fundación Luis Olivares, Juegaterapia, Superhéroes de Corazones, Aldina Akafi y la Asociación Española contra el Cáncer. Este joven agente no desperdicia ni un minuto libre, todos se los dedica a sus pelones. Muchos de sus amigos le preguntan de dónde saca el tiempo: «No lo sé, pero si se quiere se puede, ese es mi lema. Ayudar a los pequeños es lo que me hace feliz. No malgasto mi tiempo, se lo dedico a ellos». Eduardo Balboa y Spiderman le roban sus días libres.
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