En este tiempo litúrgico de Cuaresma, en donde la pandemia de la Covid-19 sigue aún presente, en la Hermandad y Cofradía de Los Estudiantes se ha querido ataviar a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia según aparece narrado en el capítulo 19, versículos 4 y 5, del Evangelio de San Juan, en dónde se dice: "Salió Pilato otra vez fuera, y les dijo: Mirad, os lo saco fuera para que sepáis que no encuentro en Él ningún delito. Salió pues, Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura, y Pilato exclamó: ¡He aquí al hombre!".
Como en otras ocasiones, el encargado de ataviar de esta forma alegórica a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia ha sido D. Ígor Freijoó González, vestidor de la Hermandad y Cofradía de Los Estudiantes de Oviedo. En cuanto a la iconografía del Ecce-Homo, D. Jesús Cantera nos comenta que se convierte en usual después del Concilio de Trento, en la que Jesús aparece atormentado por el sufrimiento, tanto físico, a causa de la tortura a que estaba sometido, como moral, producido por el dolor a causa de los pecados cometidos por la humanidad, si bien hay que indicar que desde la fase bajo medieval el Ecce-Homo fue una fórmula iconográfica particularmente idónea como resorte devocional y emotivo. Prosigue D. Jesús Cantera comentando en "El mensaje del arte religioso después del Concilio de Trento", que el creyente debe hacer otra reflexión ante esta imagen: Jesús está tratado como un rey de burlas. Él, que es el rey del Cielo y de la Tierra, ha sido coronado con una corona de espinas, se le ha puesto un cetro de caña y se le ha colocado una túnica púrpura, símbolo de la realeza pero torpemente sobre su cuerpo desnudo y lacerado.
ORACIÓN
Rey de reyes y Señor de los señores,
Jesucristo,
Hijo de Dios vivo,
verdadero Dios,
Salvador del mundo, Redentor del universo,
principio y fin de todas las criaturas.
Príncipe de la paz,
Angel del gran Consejo,
Verbo encarnado
por el cual Dios ha hecho
y ordenado todas las cosas.
Hijo de la gloriosa Virgen María,
Mediador entre Dios y los hombres,
Juez de vivos y muertos,
Santo de los santos,
Caudillo de los predestinados.
YO TE ACLAMO Y CONFIESO
REY DE Ml CORAZON Y DEL UNIVERSO.
Dígnate cubrir mi alma
y la de todos los que te adoran
con tu armadura de gracia,
para que logremos aniquilar el amor propio
y todo lo que nos impida vivir
consagrados al triunfo de tu Soberanía.
AMÉN
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