Madre de la Esperanza y madre nuestra, enséñanos a orar para que nunca decaiga nuestra fe en tu Hijo, Salvador para todos los hombres, Virgen bendita de la Esperanza, protégenos del desánimo, el desaliento y la zozobra cuando nos alcancen y nos desarmen; que tu imagen dolorosa nos reanime y nos reafirme en la espera cuando nos sintamos desfallecer, cuando las propias fuerzas no alcancen y el horizonte se llene de nubarrones, y que tu ejemplo inmarcesible al pie de la cruz donde murió Jesús, Hijo tuyo y Señor nuestro, nos muestre el camino para transformar el dolor en esperanza.
Señora de la Esperanza en quien descansamos, concédenos vislumbrar con renovada confianza la vida eterna que tenemos prometida y alumbra nuestro peregrinaje en la tierra para que sepamos llevar esperanza a los que caminan a nuestro lado.
Acoge Dios padre de bondad infinita nuestras súplicas esperanzadas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Javier Rubio - ABC
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