Si en la anterior entrada veíamos brotar la voz de la privilegiada garganta de la gran Josefina Argüelles, frente a la silueta del Señor de la Madrugá de Oviedo, y en otra fotografía, también desde uno de los balcones del consistorio oventese, se leía la sentencia condenatoria de Cristo, tras la silueta recortada del águila imperial, ahora conteplamos la Cruz de Guía de la Hermandad de los Estudientes, y tras ella los hermanos de luz, tan importantes acompañando en su caminar al Maestro de Galilea.
Cuando arboreos candelabros de cedro iluminan de oro la noche de Oviedo, sobrecoge contemplar el semblante de Cristo...aún le quedan horas de martirio y dolor, aún le queda encomendar su Espíritu al Padre en el Monte de la Calavera, aún queda que todo esté consumado...
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