Otro domingo más de Cuaresma, otro día del Señor y cada vez queda menos para nuestra Semana de Pasión. San Lázaro volvía a tener vida propia por la tarde, el sol inmóvil en un cielo azul intenso se reflejaba en las caras de las personas que se congregaban en su parroquia para realizar el ensayo y preparativos de la salida procesional del Santísimo Cristo de la Caridad en la tarde noche de este Viernes Santo.
Ya queda menos y los nervios se pueden sentir, pero el mejor de los sentimientos también, la ilusión, amor y mimo con el que este grupo de fieles cuidan rigurosamente cada mínimo detalle. No solo los adultos anhelan ese momento, también los niños, que seguían el paso con los mismos andares que los porteadores, que se actuaban como capataces de grandes pasos imaginados, prendiendo en sus corazones la llama de la Pasión, de la religiosidad popular que desde siglos pasa de generación en generación.
Este segundo ensayo ya tenía más cuerpo, ya se podía ver como las cosas que con cariño y fe se realizan bien salen. En las caras de cuantos estaban allí solo se puede ver el cariño y el mino con el que un grupo de fieles de esta humilde parroquia quieren mostrar a su barrio lo que cada día, cada domingo del año viven en esa iglesia que somos todos, que se animen a venir a esta casa con las puertas abiertas que no dejara indiferente a nadie, para que sientan, vivan y amen al Redentor que murió por nosotros y a su Dolorosa Madre.
Por todo esto, desde lo más profundo de nuestro corazón, solo podemos decir gracias por hacer sentir a cuantos no han podido hacerlo, gracias por hacer vivir la fe en estado puro, gracias por prender en mi la llama de este amor tan puro.
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