Cientos de fieles acompañaron ayer en procesión al Cristo de la Misericordia, portado al estilo andaluz
C. MATEO - Lunes, 2 de abril de 2007
«¡Viva el Santo Cristo de la Misericordia y que vivan los costaleros! ¡Ánimo, al cielo con ella!». Podía haber sido la arenga del capataz de la Macarena en Sevilla, pero lo fue a las puertas de la iglesia de San Francisco Javier en la Tenderina. Pasada la una y cuarto de la tarde, tras la misa de bendición de ramos, cientos de fieles se arremolinaron a las puertas del templo para acompañar al Cristo de la Misericordia en procesión. La ocasión lo merecía. Por primera vez, este año la imagen procesionó sobre una parihuela, una estructura de madera de estilo andaluz bajo la que se escondían cuarenta costaleros. Fueron algunos de ellos los encargados de sacar del templo a hombros la imagen de Nuestro Señor crucificado y, bajo una lluvia de pétalos de flores, colocarla sobre el paso, decorado con cirios y claveles, en una ceremonia aderezada por los aplausos de los asistentes y la bendición del párroco de San Francisco Javier, Alberto Reigada, quien bajo un cielo soleado tomó el hisopo para de bendecir la parihuela y recordar a los presentes la muerte de Cristo «por todos nosotros».
Bajo los acordes de cornetas y tambores de la Agrupación de San Salvador, se escucharon los tres aldabonazos del «martillo», un cruz colocada en lo alto de la parihuela y con la que el capataz da la orden de salida a los costaleros. Ataviados con deportivas, vaqueros y faja negra para proteger los riñones, escondidos bajo un faldón azul, los jóvenes se colaron bajo la parihuela y tras recibir el ánimo de los asistentes alzaron «¡al cielo!» la imagen. En torno a las tres y media de la tarde, la imagen regresaba al templo y era introducida bajo los sones de una saeta.
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