El aumento de las cofradías con los años hace indispensable la participación de más costaleros. Además, había habido malas experiencias en las que el desacuerdo con un capataz profesional había dejado sin salir a una cofradía, como pasó con el misterio del Prendimiento del Santo Entierro de 1920 y de 1965 o con la Soledad de San Buenaventura en 1972. Estos problemas, junto al elevado coste de las cuadrillas de costaleros, lleva una nueva situación a principios de los años setenta del pasado siglo: la participación de los hermanos bajo los pasos. En mayo de aquel 1972, con ocasión de la salida de la Virgen de las Aguas de la Iglesia del Salvador, se organizó una cuadrilla (gratuita) con jóvenes hermanos del Amor y de Pasión. A la vista del éxito, al siguiente año de 1973 la Hermandad de los Estudiantes decidió meter bajo su crucificado a costaleros hermanos. Pronto cundió el ejemplo y, apenas una década después, eran mayoría los pasos portados por miembros de las propias cofradías, aunque en muchos casos el relevo no fue total sino que convivieron antiguos asalariados más experimentados y hermanos con menor conocimiento, menores vicios adquiridos y ansiosos por aprender.
El 30 de marzo de 1926 tuvo lugar la primera salida del Cristo de la Buena Muerte, sobre un paso de caoba estilo renacimiento, confeccionado por el tallista Francisco Oliveras Fernández y carpintería de los talleres de Vicente Serradilla.
El 17 de abril de 1973, por primera vez, el paso de Cristo de la Buena Muerte sale portado por una cuadrilla de hermanos costaleros (organizada por Salvador Dorado y la colaboración de Manuel Santiago). Ese mismo año tuvo lugar el primer pregón universitario a cargo de D. Enrique Henares.
A día de hoy únicamente queda una cofradía -la de Santa Marta- que contrata a sus costaleros y son, lógicamente, la excepción a las cuadrillas de hermanos. No obstante, conviene decir que en muchas hermandades no se exige estar inscrito para sacar los paso, sino que dejan la elección a los integrantes de la cuadrilla en manos del capataz, el cual para ciertos puesto bajo las trabajaderas se siente más seguro contando con gente experimentada y de su confianza.
Texto y fotografías procedentes de:
"Mi primera chicotá: El sueño de ser costalero en Sevilla"
Escrito por José María Pinilla
Web de la Hermandad de Los Estudiantes de Sevilla
Web de la Hermandad de Los Estudiantes de Sevilla
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