La tarde soleada volvía a unir a muchos hermanos que hacía
tiempo no veíamos por las vacaciones veraniegas, pero en lugar de ser como
otros años para retomar las actividades de la Hermandad, era por otro motivo,
pues a las siete y media comenzaría la misa por nuestra querida hermana
Almudena. El reencuentro era agridulce pues en nuestros corazones había un
pedacito que faltaba.
La iglesia estaba llena, Don Alberto, nuestro párroco y
director espiritual de la Hermandad de los Estudiantes comenzaría la misa
recordando a Santa Rosa de Lima primera Santa de América, excelsa Patrona de
Lima desde 1669, del Nuevo Mundo y Filipinas desde 1670, pues el día 24 se
celebra su día, para a continuación tener unas palabras sobre los destinos de
la vida y como Dios hace la llamada a la vida eterna de maneras diferentes pues
en el caso de nuestra nazarena era a una corta edad mientras que una de las
feligresas muy queridas en la parroquia, Teresita, nos dejaba esta semana a falta
de unos días para cumplir la centena.
Y llegó el momento de la homilía, cuando las personas que estábamos
allí sentimos en lo más profundo de nuestro ser las magníficas palabras de D.
Alberto nos regaló, para reconfortarnos y hablarnos de lo difícil que es la
perdida de los seres queridos pero que ellos están ahora disfrutando de la vida
eterna con nuestro Señor. Durante la homilía hubo una frase que nos emocionó a
todos al recodar otro momento duro en esta Hermandad “Estamos hoy aquí para despedir
a Almudena, como lo hacíamos hace unos mes con otra hermana joven Eva”, que después
enlazo con el evangelio, con la luz, el camino y la vida eterna, pues esta es
un vida prestada para llegar a disfrutar de la vida eterna al lado de Dios
Nuestro Señor, pidiéndonos que en estos momentos duros nos apoyemos en nuestra
Fe.
No queríamos que esta misa se cerrase sin música, pues en la
oración de gracias un componente de la Agrupación Musical San Salvador de
Oviedo, germen de esta Hermandad a la que perteneces y pertenecerás para
siempre, quiso con el sonido que brotaba de su corneta hacer una plegaria con
su música y allí desde el cielo la pudieses escuchar y sonrieras como solo tu
sabias hacerlo, cerrando así la plegaria que tus hermanos quisimos hacerte.
Hasta
siempre Almudena.
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