Es verdad que todo el año estamos preparándonos para que nuestras Imágenes Titulares y sus enseres estén perfectas para su salida procesional, pero una vez finalizada la estación de penitencia, aunque tengamos la vista el próxima Semana Santa, nos volvemos a reunir para recoger con cuidado y delicadeza todas las obras de arte que la Hermandad tubo expuestas estos días. Es en ese momento cuando la cuadrilla de priostía vuelve a la carga de otra manera, cuando se recuerdan los momentos vividos y los sentimiento e ilusiones cofrades vuelven a los corazones de aquellas personas que nos encontramos inmersas en este mundo cofradiero.
Es entonces cuando llegamos a la Casa de Hermandad, y nos afanamos en limpiar y colocar todas las cosas, cuando los nervios y expectativas de esta Semana Santa se ha ido, y solo resuenan en nuestros oídos comentarios de lo vivido, cuando esta joven Hermandad ovetense recuerda su Semana de Pasión.
El Domingo de Ramos, cuando muchas personas están con el postre de una comida familiar y los niños corretean con sus vestidos nuevos, en la Tenderina ya olía a incienso, se escucha la primera marcha real y unos legionarios sacan a hombros un Cristo que por nuestra culpa yace clavado a una Cruz, es entonces cuando Oviedo entero espera a que ese Cristo suba la cuesta de la Vega a marcha de ordinario y que miles de corazones arropen a esta cuadrilla de costaleros al son de los gritos “Animo Valientes”, “Así suben los Estudientes la Cuesta de la Vega” y dejan su barrio para recorrer el centro de la Vetusta clariniana, esperando a que se recojan las palmas del catedral para que con el izquierdo por delante Los Estudiantes paseen a su Cristo por ese mismo lugar.
Plaza de la Catedral (Fotografía: Jose Luis Montamarta) |
Ya es la tarde del Lunes Santo y la Casa de Hermandad esta repleta, los cofrades se encuentran cansados del día anterior pero con una nueva ilusión, todo el mundo mira la cielo, y espera que de una tregua, porque el Señor de la Sentencia, de blanco y con las manos atrás esta preparado en su paso para trasladarlo a la Universidad. Y llega el momento, las nubes se abren y al son de la marcha real, sale el Señor, es entonces cuando hermanos, feligreses de la parroquia, amigos y devotos de esta imagen se acercan a este Cristo compasivo con claveles rojos en sus manos, que lo acompañaran en su recorrido rozando sus pies desnudos. Y llegaremos a la Universidad y otro año más las puertas de su Capilla se abrirán para recoger a este cautivo, que fue prendido por un beso en ese Monte de los Olivos.
Procesión de Traslado del Señor de la Sentencia (Fotografía: Jose Luis Montamarta) |
Y como cada año en San Pelayo (Fotografía: Jose Luis Montamarta) |
Pero esto no es más que un preludio de lo que queda por venir, “Ya es Madrugá”, son las doce de la noche y la calle San Francisco esta repleta de almas que esperan a que se abran las puerta de la Universidad, para que el Señor de la Sentencia les mire con ojos resignados, por saber que ese cáliz no a pasado. Es entonces cuando Oviedo enmudece, las luces de las farolas se apagan y la luz de ese camino es iluminada por los cirios y los corazones de las personas que aguarda a que las rodillas de esos costaleros saquen al Hijo de aquel carpintero que un día predico las palabras de ese Padre que nos guarda desde los cielos. Y llegarán al Ayuntamiento y allí desde un balcón lo sentenciaremos a muerte y mientras que la voz desgarrada de Josefina Argüelles le canta una saeta, los pies de ese Cristo se preparan para marcar sus rodillas en las frías losas de la calle para pasar un arco, donde se agolpan muchos fieles para estar aun más cerca de su Señor.
Por la Calle Folgueras (Fotografía: Jose Luis Montamarta) |
Pasando por la Catedral (Fotografía: Jose Luis Montamarta) |
Pero esto no termina este día, el domingo In Albis ese cautivo regresa a su barrio, donde lo esperan impaciente, regresa con paso firme y solemne para que Oviedo entero pueda contemplarlo una vez más y su barrio lo acoja con lo que es “El hijo de Dios hecho hombre”, que murió por nosotros y ha resucitado de entre los muertos.
Todos esos momentos nos vuelven a venir a la cabeza, como si hubieran sido hace solo unos minutos, y es entonces cuando nos damos cuenta que el trabajo realizado, aunque duro ha merecido la pena. Cuando recogemos y limpiamos los enseres para que el año que viene todo este listo para Mi Cristo. Por eso hay que agradecer a todas las personas que trabajan muy duramente y desinteresadamente con la hermandad en los trabajos de priostía, montando, desmontando y limpiando todos sus enseres.
Gracias Hermanos, gracias amigos, ya que este sueño cofradiero es todo vuestro.
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